Research Department: Collaborations
06-04-2017

SOBRE DIVORCIOS Y RECONCILIACIONES

Beatriz Catalán. Expansión


Está claro que cuando se produce un divorcio es porque las cosas no van bien. Y eso es lo que subyace de ese descontento general que se percibe en Europa. Reino Unido ha sido el primero en dar los pasos de romper sus lazos con la Unión Europea, pero realmente esta relación no era un matrimonio tan firme como el que firmaron hace 60 años Alemania, Francia y los países del Benelux. La falta de crecimiento, unas tasas de desempleo más altas y la inmigración, han aumentado las preocupaciones sobre la seguridad, y han elevado los populismos políticos en Europa. Estos movimientos, como el que dirige Marine Le Pen en Francia, incluyen como uno de sus principales puntos de campaña la salida de la Unión Europea y del Euro. Más allá de los problemas prácticos que tendría esa salida, es que habría que redefinir el proyecto entero de integración, ya que la pareja Francia-Alemania es el núcleo duro, “la familia europea como afirmaba Winston Churchill en 1946 no tendría sentido con un matrimonio roto entre ambos países”.

¿Qué se necesita para una “reconciliación”? Es necesario volver a relanzar un proyecto ilusionante, dirigir esas preocupaciones económicas, políticas y sociales y que el proceso de integración siga avanzando. Nos deberíamos dirigir hacia unos verdaderos “Estados Unidos de Europa”, buscar la fortaleza de la Unión, por encima de la individual de cada país. Para ello, recordemos que hay que seguir avanzando en materia de integración fiscal. Con la crisis de 2012 los países acordaron un conjunto de reglas fiscales, pero la mayoría aplican a los déficits de los países, pero ¿qué pasa con países como Alemania con un superávit por cuenta corriente por encima del 6% del PIB? Este nivel se encuentra también por encima del límite superior que marca la Unión Europea y además sin ninguna sanción. Sería necesario un presupuesto común para toda la zona que fomentara el aumento de la demanda doméstica para reequilibrar toda la Unión. En segundo lugar, como decía el Premio Nobel Robert Mundell en los años 60, la movilidad laboral es un elemento crucial de cualquier Unión Monetaria. Los trabajadores estadounidenses se mueven 10 veces más a lo largo de EE.UU que los europeos, que todavía son muy resistentes a ello, y ésta también es otra de las razones fundamentales que desde 1980, el gap entre Europa y EE.UU. se haya ampliado cada vez más. En EE.UU hay más redistribución en la búsqueda de trabajo que lo que ocurre en Europa. Y por último, la integración financiera. A lo largo de la eurozona es todavía limitada, y esto lo hemos visto de forma muy clara durante la crisis financiera cuando el dinero salía de la periferia y volvía a los países del núcleo duro de la Unión.

Y es que la posibilidad de cualquier ruptura en el seno de la Zona Euro es uno de los principales focos de riesgo. Los mercados europeos cierran el primer trimestre con subidas superiores al 6%, en un momento económico que podríamos calificar de “dulce”. Los índices PMI están en máximos de los últimos 6 años, lo que es consistente con un crecimiento de la Zona Euro incluso por encima del 2%, con un sector privado que está manteniendo un crecimiento del gasto bastante saludable. Una tasa de inflación que ha vuelto al nivel del 2% (aunque ampliamente debido a los altos precios de la energía), pero con una proyección por parte del BCE para situarnos en 2018 en el entorno del 1,6%,  lo que nos lleva de forma inevitable a una curva de tipos de interés al alza, pero con un camino muy progresivo. Descendiendo al tejido empresarial, observamos cómo a lo largo de estos últimos años, las empresas de la eurozona han acumulado una gran cantidad de caja, mientras que los ratios de inversión/PIB permanecen todavía en niveles muy bajos respecto a sus medias anteriores a la crisis, por lo que la maquinaria de la inversión podría empezar a acelerarse. Todo este escenario está creando un entorno muy propicio para que finalmente los beneficios empresariales crezcan de forma importante. Estamos viendo revisiones al alza en este dato, que apuntan incluso a crecimientos superiores al 15%. Por lo que si finalmente no hay “divorcios”, creemos que esta tendencia debería seguir este año. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que nada es seguro en política.
               
  
Beatriz Catalán Corredor
Doctora en Economía
Gestora de Inversiones, Ibercaja Gestión
 
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