China no cede
En los años ochenta fue Japón, en los noventa los tigres asiáticos, sobre todo Korea, y en estos años es China el país que, por resultados económicos, merece nuestra atención. En todos estos casos el modelo de desarrollo tiene semejanzas: el Estado estimula la inversión nacional o extranjera en sectores estratégicos, se ponen trabas a la importación de manufacturas a la vez que se facilta la exportación, vía divisa barata o con aranceles, y el modelo laboral -y la productividad- resulta a nuestros ojos indeseable por diversos motivos; no obstante es hoy por hoy factor imprescindible de su competitividad internacional, incluso en Japón.
Sorprendentemente, en pocos o ninguno de estos países hay un sistema bancario y financiero que podamos llamar moderno, es decir, semejante a los occidentales, a pesar de las elevadas tasas de ahorro y la inversión extranjera, sobre todo en el caso chino. Esto resulta en cierto modo paradójico ya que, desde la entrada de este país en la OMC en 2001, sus mercados financieros no han dejado de crecer, mano a mano con su PIB, a la vez que las rentabilidades despuntaban sobre muchos otros mercados. Y la banca occidental ya está buscando la manera de colarse en este inmenso negocio.
Este año se predecía, más bien, de consolidación y aterrizaje para China tras unos años espectaculares. Con menos inversión extranjera, menos rentabilidad, menos de todo. No parece así en muchos aspectos. De hecho, los fondos de inversión en China, y a la vez en los mercados asiáticos y emergentes, no han cedido rentabilidad hasta el momento.
Juan Pablo Campos. Heraldo de Aragón, 18 de septiembre de 2005.
A TENER EN CUENTA:
Este año se predecía, más bien, de consolidación y aterrizaje para China tras unos años espectaculares. Con menos inversión extranjera, menos rentabilidad, menos de todo. No parece así en muchos aspectos. De hecho, los fondos de inversión en China, y a la vez en los mercados asiáticos y emergentes, no han cedido rentabilidad hasta el momento.
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