Cubrirse ante imprevistos

En el sistema financiero entendemos por “riesgo” la incertidumbre sobre la evolución de un activo, es decir, la posibilidad de que una inversión ofrezca un rendimiento distinto al esperado. En especial, lo que preocupa son las posibles pérdidas. Para compensarlas, se da “cobertura” a la inversión y así se evitan o aminoran los gastos por la ocurrencia de ese riesgo. El daño no se puede eludir (bajada de tipos, cotización, etc.), pero sí sus consecuencias económicas ya que se protege el patrimonio.

Parece a priori que estos términos son exclusivos de los grandes inversores, pero hemos de pensar que todos tenemos un patrimonio, grande o pequeño, que debemos proteger. Nuestro patrimonio se compone de: a) los ahorros, ese dinero que tenemos guardado para la jubilación, las vacaciones, cambiar de coche o para cuando nuestros hijos sean mayores; b) la vivienda, que tanto esfuerzo cuesta ir pagando; c) el coche; y d) los préstamos. Cada uno de ellos tiene su “cobertura”, su seguro correspondiente, que nos protege en caso de que ocurra un imprevisto y las inevitables pérdidas que llevaría asociadas.

Hace unas semanas hablábamos de la protección a nuestra familia (seguros de vida, salud, etc.), hoy del patrimonio, y en ambos casos podemos concluir que, sin un seguro, todo el gasto recaerá sobre nuestros ahorros. En efecto, un imprevisto puede suponer un coste que nos afectará mucho más que a los grandes inversores un sobresalto en la gestión de sus finanzas. Por tanto, con más razón, sigamos su ejemplo y demos “cobertura” a nuestros ahorros.

Carlos Luis Falcón (cfalcon@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 23 de abril de 2006

A TENER EN CUENTA
Parafraseando la advertencia financiera “rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras”, podríamos afirmar que “imprevistos no sobrevenidos en el pasado no presuponen su inexistencia en el futuro”. La cobertura de nuestro patrimonio, grande o pequeño, pero nuestro patrimonio, no es otra que suscribir los seguros necesarios.