Servicio de estudios: Colaboraciones
31-08-2008

Señales

El Banco de España ha presentado esta semana un estudio que evalúa la situación de los 132 países donde las compañías nacionales operan en este momento. Entre sus conclusiones, destaca la catalogación de “riesgo elevado” que el informe otorga a siete estados, entre ellos Argentina y Venezuela. Las rigideces en el mercado laboral, la inestabilidad macroeconómica, la fragilidad del marco político y jurídico, las barreras burocráticas al desempeño empresarial y la corrupción son los déficit más relevantes.

Al hilo de este análisis, sería muy oportuno que realizásemos también un ejercicio de autocrítica sobre la valoración que los inversores internacionales efectúan hoy de nuestro país. Por una parte, es cierto que las emisiones españolas conservan la máxima calificación crediticia (AAA) de las principales agencias de rating. Además, el marco institucional reviste alta calidad: democracia consolidada, respeto a la propiedad privada, equilibrio en las cuentas públicas, etc.

No obstante, el mercado secundario de deuda pública, fiel termómetro de la confianza de los inversores extranjeros en la economía nacional, ofrece señales poco alentadoras. El bono español a 10 años cotizaba estos días en torno al 4,49%, frente al 4,14% del bono alemán. Es decir, el diferencial (prima de riesgo) entre ambos países ascendía a 35 puntos básicos, cota máxima en la historia del euro, cuando a finales de 2007 era sólo de 10 y en años anteriores llegó a ser prácticamente nulo. Constatamos así el silencioso deterioro de este activo intangible que es la confianza, en una compleja coyuntura donde resulta un aliado especialmente necesario.

Enrique Barbero Lahoz (ebarbero@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 31 de agosto de 2008.

A TENER EN CUENTA

Las emisiones españolas conservan la máxima calificación crediticia (AAA) de las principales agencias de rating y, además, el marco institucional reviste alta calidad. No obstante, el mercado secundario de deuda pública ofrece señales poco alentadoras. Constatamos así el silencioso deterioro de la confianza de los inversores internacionales en la economía española.


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