Servicio de estudios: Colaboraciones
14-12-2008

Pídeselo a Papá Estado

La crisis financiera se ha trasladado a la economía real, como muestran los últimos datos de PIB, empleo y ventas, entre otros. Pero no todo está perdido, porque quedan aún cartas en la manga de uno de los miembros del mercado: el Estado.

Los gobiernos de todo el mundo han tomado conciencia del importante papel que están llamados a desempeñar con las primeras caídas del sector financiero, pulmón de la economía. El retorno de la confianza en las entidades financieras es fundamental y cada país ha elegido distintas vías para ello: entradas en el capital, garantías sobre los depósitos, compra de activos, etc. Ahora sólo es cuestión de tiempo que las inyecciones de liquidez se trasladen a los bolsillos de las familias y los balances de las empresas.

Además, tras las sucesivas bajadas de los tipos de interés llevadas a cabo por los principales bancos centrales mundiales, toca impulsar la demanda con medidas de corte fiscal (reducción de impuestos) y de inversión pública. Ejemplo de ello son la bajada del IVA en el Reino Unido, los “macro planes” de infraestructuras impulsados por dos de las grandes potencias mundiales (EE. UU. y China), o incluso prefijar un tipo de interés para nuevas hipotecas.

El mensaje es claro: reactivar la economía, bien desde el lado de la oferta, mediante el estímulo de la inversión pública, o de la demanda, a través del aumento de la renta disponible de hogares y empresas. Las cartas están repartidas. Sólo queda jugarlas y esperar que al final el ganador sea este paradójico modelo de “libre intervencionismo”.

Mª José Martínez Blázquez. Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 14 de diciembre de 2008.

A TENER EN CUENTA

Los planes de EE. UU. supondrán un considerable incremento de la deuda pública, y en Europa la situación será análoga. En ambos casos, lejos de los niveles en los que se encuentra Japón. Esto nos muestra que todavía queda margen para que la política económica impulse la recuperación, antes de entrar en la trampa de liquidez en la que se haya inmersa la economía nipona.


Volver