Servicio de estudios: Colaboraciones
22-03-2009

¿Existe riesgo de deflación?

Desde mediados del siglo pasado, la inflación ha sido catalogada como uno de los mayores problemas de la economía occidental y muchos economistas la han considerado inherente al modelo de desarrollo capitalista. La inflación se define como un aumento general y continuo del nivel de precios en una economía y su principal consecuencia es la reducción del poder adquisitivo. Es decir, con el mismo dinero, podemos adquirir una menor cantidad de bienes y servicios en distintos momentos.

Sin embargo, en la actual crisis económica mundial hemos visto que, en pocos meses, las tasas de inflación de los países desarrollados han caído a niveles inéditos desde hace muchos años. Además, las previsiones para los próximos meses anticipan tasas negativas y ha surgido el temor de entrar en un proceso deflacionista: una disminución persistente del nivel general de precios.

Si la inflación es un gran problema, la deflación no lo es menos. El origen de las dinámicas deflacionistas lo encontramos en caídas de la demanda, como resultado de crisis financieras y / o pinchazos en burbujas de activos. A consecuencia de ello, las decisiones de consumo e inversión se retrasan, esperando precios más reducidos, y se profundiza así la disminución del nivel de actividad económica con la consiguiente elevación de las tasas de desempleo. Estas hipótesis cuadran bastante con la realidad de la crisis global que estamos viviendo.

Para evitar el riesgo de deflación, los bancos centrales están aplicando medidas extraordinarias de política monetaria. La Reserva Federal y el BCE han rebajado rápidamente los tipos de interés para estimular la demanda. Pero, además, están utilizando otras alternativas, como las inyecciones de liquidez y el ofrecimiento de crédito con una garantía de activos de menor calidad que la deuda del Estado. Estas decisiones persiguen reanimar los flujos crediticios y la actividad económica.

Y en España, ¿existe riesgo de deflación? Aunque se ha pasado de una inflación del 5,3% en julio de 2008 a un exiguo 0,7% en febrero de 2009, un escenario deflacionista es poco probable ya que las rigideces de la economía española, sobre todo en el ámbito del mercado laboral, presionan los precios al alza. Con todo ello, el inversor a medio plazo se enfrenta a un entorno caracterizado por un exiguo crecimiento económico, tasas de inflación reducidas (o negativas) y tipos de interés en mínimos históricos. Éste es el escenario que hoy descuentan los mercados de valores, el mejor barómetro de la economía. La Bolsa arrastra más de quince meses de tendencia bajista y, a pesar del rebote de la última semana, el sentimiento de los analistas sobre la evolución bursátil es todavía muy escéptico.

En este contexto, lo más adecuado es aplicar una estrategia de diversificación en nuestras inversiones. La inversión sistemática en planes de ahorro en fondos de inversión constituye una de las fórmulas útiles para minimizar el impacto de la volatilidad en nuestro patrimonio. Por una parte, permite invertir en Bolsa de forma paulatina. Por otra, en los momentos de alza bursátil necesitaremos menores subidas para que el patrimonio acumulado comience a experimentar ganancias importantes, facilitando la maximización de la capitalización del ahorro a largo plazo.

Arantxa Gimeno Sanz (magimeno@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 22 de marzo de 2009.


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