Servicio de estudios: Colaboraciones
06-09-2009

¿Están bajos los tipos de interés?

Los tipos de interés nominales a corto y largo plazo se encuentran en niveles históricamente bajos, pero hay que tener en cuenta que la variación de los precios se halla en tasas negativas y que la rentabilidad real es ahora muy superior a la que había en años anteriores.

Centrándonos en los tipos a largo plazo, la deuda pública a diez años cotiza en torno al 3,75% y ofrece (con el IPC cayendo un 1,4% interanual) una rentabilidad real superior al 5% por primera vez desde 1997. En el último lustro, el tipo de interés real de la obligación española a diez años había llegado a ser negativo (hasta –0,9% en enero de 2006), al coincidir un elevado crecimiento de los precios (3,4% de promedio entre 2004 y 2009) con un tipo de interés nominal bajo, gracias a la integración en la zona euro.

Así pues, a la hora de invertir es clave atender a la evolución de los precios y a las perspectivas de futuro sobre los mismos. En la actualidad, las tasas de variación en buena parte de las economías avanzadas están alcanzando las cotas más bajas desde la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del abaratamiento de las materias primas. Hoy el barril de petróleo vale la mitad que hace un año. Sin embargo, superado este efecto después del verano (el precio del petróleo vuelve a subir), es muy probable que veamos menores cesiones e incluso tasas de crecimiento positivas en los índices de precios de los países avanzados, si bien, contenidas por el fuerte retroceso de la demanda de bienes y servicios, especialmente en España.

En cuanto a los tipos de interés nominales, creemos que han iniciado una tendencia al alza gracias a la tímida pero firme mejora de los datos macroeconómicos, que prácticamente liquida la posibilidad de que asistamos a una depresión deflacionista similar a la subsiguiente al crack de 1929. De momento esta tendencia es suave por la debilidad de la recuperación y por el mantenimiento de una política monetaria de tipos bajos por parte de los bancos centrales, que no desean dificultar el crecimiento. A medio plazo, este movimiento se puede intensificar, sobre todo porque las políticas monetarias expansivas sostenidas en el tiempo suponen un claro riesgo inflacionista para cuando se normalice la situación económica. Además, los Gobiernos de las mayores economías del mundo han incrementado sus déficit públicos hasta cotas sin precedentes en más de medio siglo al implementar arriesgadas políticas fiscales que trataban de impedir la depresión económica. Esta necesidad de financiación supondrá un fuerte aumento de las emisiones de deuda que probablemente implicará una caída del precio de los bonos y, en consecuencia, una subida de sus tipos de interés.

Por los motivos anteriores esperamos que la rentabilidad real de la inversión en deuda a largo plazo se mantenga en niveles atractivos, especialmente en nuestro país, donde el incremento de las emisiones será más acusado y la debilidad de la demanda y la mayor duración de la crisis probablemente mantendrán la variación de los precios por debajo de la media de la zona euro. De esta forma, nos encontraríamos con la coyuntura opuesta a la vivida en los años anteriores. Es decir, con unos niveles altos de tipos de interés para la situación de la economía y de los precios. Esta circunstancia dificultará la recuperación del ciclo, pero al menos será beneficiosa para los ahorradores en general y para los inversores en deuda pública en particular.

Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 6 de septiembre de 2009.


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