Servicio de estudios: Colaboraciones
13-12-2009

Tócala otra vez

Estamos todavía inmersos en la fase de superación de la crisis financiera más virulenta de las últimas décadas, cuyas secuelas tardarán años, si no décadas, en restañarse por completo. Los préstamos interbancarios, las emisiones de renta fija privada y los mercados secundarios de titulizaciones y cédulas hipotecarias tardarán tiempo en mostrar su dinamismo habitual, y quizá nunca retomen las cotas de los meses previos al estallido de la crisis subprime en Estados Unidos durante el verano de 2007.

El diagnóstico sobre los errores cometidos entre 2002 y 2007 ha alcanzado un alto grado de consenso. La excesiva liquidez en circulación, el desmedido apetito por el riesgo, la obsesión por conseguir resultados a corto plazo y la confianza absoluta en que el mercado inmobiliario era ajeno a los ciclos fueron algunas de las variables clave que gestaron la burbuja crediticia global y el “recalentamiento” del precio de los activos inmobiliarios en medio mundo.

A finales de 2009, la decidida intervención de los bancos centrales y los Gobiernos ha evitado el peor de los desenlaces. Las bolsas han recuperado en el segundo semestre gran parte de lo perdido en los dos trimestres “negros”, entre octubre de 2008 y marzo de 2009, y las señales de estabilización económica y financiera a nivel internacional superan ya, en número e intensidad, a las noticias negativas.

En este contexto, algunos acordes empiezan a recordar, de manera preocupante, a los cantos de sirena que alimentaron el “castillo de naipes” financiero de la etapa 2002 – 2007. Por ejemplo, en una reciente presentación a inversores institucionales, promovida por una destacada firma de análisis, se invitaba a los asistentes a explorar mercados que permitiesen acceder a rentabilidades adicionales sobre los magros rendimientos de los activos de menor riesgo.

¿Les suena esta música? Los tipos de interés están muy bajos (al 0% en Estados Unidos) y seguirán así durante varios trimestres, existe abundancia de liquidez debido a las inyecciones masivas de fondos por parte de los bancos centrales, el grado de aversión al riesgo se diluye conforme se consolida la reactivación económica y algunos activos exhiben revalorizaciones muy importantes en los últimos meses.


Lógicamente, en esta ocasión, los inmuebles no serán el destino de los flujos de capitales, al menos de forma generalizada. A priori, la lista de activos candidatos a desarrollar potenciales burbujas en precios es amplia. La deuda pública y privada procedente de países emergentes -que aporta un plus de rentabilidad-, las materias primas, la deuda pública de los estados avanzados -absorbida hoy sin problemas por el exceso de liquidez- o las propias bolsas son algunos de los mercados que pueden protagonizar, a medio plazo, nuevos focos de “exuberancia irracional”.

La historia demuestra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces (y hasta tres y cuatro...) en una misma piedra. El tropiezo resulta siempre similar, aunque las piedras sean distintas: tulipanes en el siglo XVII, oro del Mississippi en el siglo XVIII, empresas tecnológicas a finales de los 90, inmuebles en la presente década, etc.

Hay que esperar que los inversores, particulares e institucionales, apliquen ahora las lecciones de la reciente crisis (prudencia, conocimiento de los riesgos y visión de largo plazo) y los mercados apuesten por crecimientos sostenibles y razonables de los precios de los activos, no sucumbiendo a la tentación del “tócala otra vez”.

Enrique Barbero Lahoz (ebarbero@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 13 de diciembre de 2009.


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