Servicio de estudios: Colaboraciones
24-01-2010

Vértigo

Las principales bolsas mundiales han experimentado una revalorización espectacular desde los mínimos alcanzados en el invierno del año pasado. Por ejemplo, el IBEX 35 cerró la sesión del 9 de marzo de 2009 en 6.817 puntos, frente al coqueteo permanente que mantiene estos días con la barrera de los 12.000, lo que equivale a una subida del 75% en apenas diez meses y medio. Es decir, el selectivo español ha retornado a los niveles de junio de 2008, previos a la quiebra de Lehman Brothers y la tormenta financiera posterior que colapsó los mercados.

Igualmente, en paralelo, los índices de volatilidad de las bolsas se han moderado de manera muy significativa, dejando atrás las cotas máximas marcadas entre septiembre de 2008 y marzo de 2009. En otros términos, los inversores han comenzado a reducir su aversión al riesgo y los flujos de capital han vuelto a la renta variable con una intensidad casi similar a la de la desordenada huída anterior.

Históricamente, los mercados sobrerreaccionan en las espirales bajistas, como la desatada en plena vorágine de la reciente crisis financiera, descendiendo más de lo razonable porque el pánico y las necesidades de liquidez provocan ventas forzadas de los títulos que retroalimentan las caídas. Pero, conviene recordarlo, también infravaloran los riesgos en las etapas alcistas, como quizá haya podido ocurrir durante la acelerada recuperación de los últimos meses.

En mi opinión, las cotizaciones actuales inducen una sensación de vértigo por varias incógnitas que no se encuentran aún despejadas. En primer lugar, a pesar de que la respuesta a la crisis de los Gobiernos, los Bancos Centrales y los organismos internacionales ha sido veloz y decidida, ¿resulta suficiente para taponar por completo la herida abierta y volver a las expectativas de crecimiento vigentes en 2008? Es cierto que, desde el pasado verano, la economía mundial muestra signos inequívocos de estabilización y gradual reactivación, pero habrá que comprobar la solidez de este cambio de tendencia conforme se limiten los impulsos fiscales y monetarios.

En segundo lugar, la progresiva retirada de las facilidades extraordinarias de acceso a la financiación para las entidades bancarias, emprendida ya por algunas autoridades de política monetaria, provocará una contracción de la liquidez en circulación. Asimismo, aunque sean muy moderadas, las subidas de tipos de interés, cuyo inicio se espera para finales de este ejercicio, añadirán atractivo a los activos con menor riesgo frente a la renta variable.

Por último, el tono menos negativo de lo previsto en los resultados empresariales para el conjunto de 2009 se ha apoyado, en general, en importantes ajustes de las estructuras de costes y en la disminución de las cargas financieras derivada del descenso en los tipos de interés. Por lo tanto, agotadas ambas vías, la mejora de las facturaciones será ya la única forma de revitalizar las cuentas de resultados. Y eso depende, obviamente, de la solidez de la recuperación de la actividad económica.

En definitiva, las bolsas han recorrido en los últimos diez meses y medio gran parte del camino desandado entre julio de 2008 y marzo de 2009. Sin embargo, al igual que la penalización entonces fue excesiva, quizá la recuperación haya sido demasiado fulgurante y requiera de un respiro.

Enrique Barbero Lahoz (ebarbero@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 24 de enero de 2010.


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