Servicio de estudios: Colaboraciones
28-03-2010

Más vale tarde que nunca

A comienzos de esta semana, Barack Obama se ganaba un puesto en la historia, no por ser el primer presidente de color en llegar al Despacho Oval de la Casa Blanca, ni por estar al frente de la recuperación de Estados Unidos tras la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión, sino por triunfar donde muchos de sus predecesores habían fracasado: la reforma sanitaria de aquel país. Tras más de 40 años desde los primeros esbozos, cuando el Presidente Johnson aprobó los programas Medicare y Medicaid, Estados Unidos abandonará la terna de países de la OCDE que todavía no disponían de un sistema de salud pública, dejando solos a Turquía y México.

Algo no funcionaba correctamente cuando más de 40 millones de personas en Estados Unidos carecían de cualquier tipo de seguro médico, mucha gente se enfrentaba a auténticos dramas al no poder costearse tratamientos tras quedarse en situación de desempleo y las aseguradoras privadas elevaban el precio de sus primas a ritmos del 40% anual.

La reforma, cuyo grueso entraría en vigor a partir de 2014, supone ampliar la cobertura sanitaria a más de 30 millones de ciudadanos hasta 2020 y un gasto total para el Gobierno de 940.000 millones de euros. Este gasto supone un 6,7% del PIB a distribuir en 10 años y dinamita el argumento de los detractores de la misma que se preocupaban por el elevado coste de la medida. Y es que, a pesar de carecer hasta ahora de una cobertura médica universal, el gasto público en sanidad de Estados Unidos se situaba en 2008 por encima del 16% del PIB, cifra que empequeñece el gasto adicional a acometer.

Además, este gasto se financiará en los próximos años mediante medidas de gravamen a compañías privadas del sector sanitario. De esta forma, se espera que en 2020 la reforma sanitaria contribuya positivamente a una reducción del déficit fiscal en Estados Unidos de 138.000 millones de euros.

Algunas pegas que se pueden achacar a esta reforma son los 23 millones de personas sin seguro que se estima todavía existan en 2020, aunque sin ninguna duda el avance social no tiene precedentes en Estados Unidos.

¿La respuesta de los mercados financieros ante la reforma? Alzas generalizadas de las bolsas estadounidenses y en particular del sector de salud en los días posteriores a la noticia. El impacto de los costes que tendrán que hacer frente las farmacéuticas apenas alcanza en media el 5% del beneficio. Además, habrá un efecto positivo en volúmenes para las compañías farmacéuticas, dado el mayor nivel de cobertura esperado. Por otra parte, la firma de la reforma sanitaria disipa la incertidumbre que existía acerca del impacto final de la medida y supone un importante respaldo para el gabinete Obama, cuya popularidad estaba en entredicho tras la pérdida del asiento en el Senado en Massachussets.

En definitiva, la reforma sanitaria ha supuesto un gran paso en la oscura historia de la sanidad estadounidense y su implementación no pone en riesgo ni el crecimiento ni la estabilidad financiera del país en el largo plazo. El anuncio ha sido recogido con optimismo por los mercados y devuelve la confianza en el liderazgo de Obama para llevar a cabo reformas estructurales de gran calado en la sociedad norteamericana. Los próximos retos del cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos serán la reforma del sistema financiero y el compromiso en energías renovables.

Marcos Sánchez Bienzobas (msanchezb@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 28 de marzo de 2010.


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