Dos crisis no tan distintas
La evolución de las bolsas durante estas semanas ha devuelto a los inversores los peores recuerdos de la crisis del sistema financiero de 2008 y 2009. En buena medida, la evolución de la crisis griega y su extensión al resto de los llamados países periféricos de la Unión Europea guarda parecidos con la crisis financiera vivida durante estos dos años. Si entonces se dudaba de la solvencia de las entidades financieras, en esta ocasión las miradas se centran en estos países y su capacidad para hacer frente a las deudas contraídas. Los orígenes de estas dos crisis también son los mismos, un crecimiento por encima de las posibilidades reales, ignorando riesgos y dependiendo de una financiación exterior que en cualquier momento podía desaparecer.
Al igual que entonces, las autoridades se han visto forzadas a salir al paso, tratando de estabilizar unos mercados que estaban rotos. Si, en un principio, la respuesta a los problemas de Grecia podía considerase como reactiva, el reciente paquete de rescate aprobado por la Unión Europea y respaldado por el FMI ha supuesto un sonoro golpe en la mesa. Los 750.000 millones de euros así como el compromiso del BCE para respaldar a los mercados financieros tienen un carácter marcadamente proactivo. Se pretende que las medidas estén disponibles para los países de forma inmediata en caso de que lo necesiten. Se trata de evitar semanas de incertidumbre como las vividas desde enero, cuando los inversores dudaban sobre si la Unión Europea respaldaría a la economía griega.
Por otra parte, si en su momento con las medidas de apoyo, las entidades financieras mundiales ganaron tiempo para mejorar su solvencia mediante cuantiosas ampliaciones de capital, reducciones de líneas de negocio y venta de activos, a los países periféricos de Europa se les está concediendo la misma oportunidad. Tiempo para realizar ajustes, duros pero imprescindibles para evitar males mayores, como podrían ser la desintegración de la Unión Europea o una reestructuración de su deuda.
El plan de rescate supone un importante respaldo a la Unión Europea y, en consecuencia, a los mercados financieros de la misma forma que lo hicieron las medidas tomadas durante el 2008 y 2009. Aun así, el camino que se presenta es harto complicado. No descartamos que los actuales niveles de volatilidad se mantengan en los próximos meses. Las fuertes medidas de recorte del gasto público van a suponer que las cifras de crecimiento de la zona europea y en especial de España y Portugal, sean todavía inferiores a los bajos niveles ya previstos.
Esta peor evolución macroeconómica afectará al crecimiento de los beneficios empresariales y, particularmente, a aquellas compañías con balances ajustados y / o excesivamente concentradas en sus mercados nacionales. Sin embargo, no creemos que a largo plazo la evolución del conjunto de la bolsa tenga que ser negativa. Las valoraciones de las bolsas en un contexto histórico son atractivas y la evolución de los beneficios puede ser sólida en aquellas empresas más internacionalizadas. En este sentido, y aunque todavía parece demasiado pronto, no hay que olvidar las espectaculares revalorizaciones de las bolsas mundiales durante la segunda mitad del 2009, una vez que la nube de polvo de la crisis financiera se iba asentando.
David Blasco Palau (dblascop@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 16 de mayo de 2010.
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