Necesitamos recuperar la confianza
La recuperación económica se ha iniciado, pero a distintas velocidades. Por un lado están los países periféricos del sur de Europa, también conocidos como PIIGS por la suma de siglas en inglés del conjunto (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) y los Estados con niveles de deuda aparentemente asumibles por el mercado y con probada capacidad de refinanciación (Alemania, Estados Unidos y Francia), o al menos eso dicen las agencias de calificación crediticia al otorgarles el máximo nivel de calidad, que descuentan una mayor solidez financiera. Ambos bloques conforman la vía lenta de salida de la crisis.
Por otro lado, tenemos a los países asiáticos (China e India) y latinoamericanos (Brasil), con un perfil de crecimiento cercano a doble dígito de media, con inflaciones contenidas, aunque con ligeras tensiones en caso de China, y un ratio de deuda sobre PIB reducido. ¿Cómo puede tener Asia un rating inferior a Europa si el conjunto de la deuda (pública y privada) representa un 140% sobre PIB frente al 220% europeo? Cuestiones como el riesgo político, social y regulatorio parecen estar detrás de esta aparente inconsistencia. Aún así, las cifras demuestran que, en general, los países emergentes transitan por una senda rápida de salida, además de que no hay que olvidar que la recesión de 2008 y 2009 en sus economías fue mucho menos intensa que en el promedio mundial.
No obstante, las valoraciones actuales de la renta variable y de la renta fija señalan que estamos a las puertas de sufrir una doble recesión. El mercado está poniendo en precio la situación macroeconómica sin tener en cuenta la recuperación de beneficios a nivel empresarial. Nadie discute que las ayudas proporcionadas por los Estados al sistema financiero durante el pasado año fueron necesarias e imprescindibles en su momento para evitar una depresión económica de consecuencias devastadoras, pero quizá los planes de incentivo fiscal sólo han servido para comprar tiempo.
Sin embargo, no hay duda de que las instituciones van a seguir apoyando la recuperación con una política monetaria basada en tipos de interés en mínimos sin variación en los próximos doce meses gracias a una inflación contenida y una tasa de desempleo en niveles máximos. Uno de los riesgos a la hora de retirar las ayudas a la economía se encuentra en la situación que vivió Japón en la década de los 90, cuando las autoridades modificaron de forma sistemática políticas fiscales expansivas y ajustes presupuestarios, penalizando al país con diez años de crecimiento económico prácticamente nulo.
Nuestra tesis de trabajo es que nos encontramos ante una recuperación económica débil, con amenazas por el camino, como el endeudamiento elevado, falta de cohesión política y resultados del ejercicio de estrés sobre el sistema bancario en Europa, sector inmobiliario y regulación financiera en Estados Unidos, endurecimiento de la política monetaria y burbuja de precios en China, que van a dificultar el despegue del consumo y del empleo, factores clave para retomar niveles de crecimiento en el mundo occidental.
Hasta el primer trimestre, el consumo privado se ha visto sostenido por las transferencias sociales del Estado (en el caso de Estados Unidos, ayudas a la compra de automóviles y primera vivienda) y la disminución de la tasa de ahorro. A partir de este momento, necesitamos ver un aumento del número de horas trabajadas, que a su vez permita un incremento de los salarios, para confirmar la consolidación de la reactivación económica.
Javier Rillo Sebastián (ibercajapatrimonios@ibercaja.net). Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 27 de junio de 2010.
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