Servicio de estudios: Colaboraciones
03-10-2010

Auge y caída del tigre celta

En las últimas semanas, la atención de los inversores ha viajado desde las soleadas costas del mar Egeo a las frías aguas del mar de Irlanda. El coste de la deuda irlandesa se ha disparado hasta máximos históricos y se sitúa en el 6,8%, muy por encima del 2,2% de la deuda de Alemania. Este país, de apenas 4 millones de habitantes, puede hacer temblar a las autoridades europeas como ya sucedió con Grecia hace unos meses.

Durante las dos décadas pasadas, Irlanda llegó a convertirse en el primer país de la Unión Europea en PIB per capita y se ganó el apodo del Tigre Celta. Los inversores compararon su fuerte crecimiento con el visto en economías asiáticas como Hong Kong o Taiwán. Esta expansión se basó en las transferencias de la Unión Europea, así como en una agresiva política fiscal por parte de las autoridades irlandesas que rebajaron al mínimo los impuestos. Este prolongado periodo de exención fiscal atrajo una fuerte entrada de capitales desde todas las partes del mundo y permitió la creación de una red de empresas tecnológicas. Sin embargo, también trajo consigo una expansión del sector inmobiliario de la mano del sistema financiero hasta niveles insostenibles. El estallido de la crisis financiera internacional acabó con el modelo del Tigre Celta. Se detuvo la entrada de capitales y la burbuja inmobiliaria explotó con virulencia, arrastrando a la banca. El gobierno se vio obligado a respaldar al sistema financiero y acabó nacionalizando uno de los mayores bancos del país.

Tras la crisis griega, el mercado está prestando mucha atención a las cuentas públicas de los países periféricos de Europa y la situación de Irlanda es especialmente preocupante. Según estimaciones de mercado, el coste por respaldar a su sistema financiero alcanzará los 80.000 millones de euros (50% del PIB). La deuda del estado irlandés se situará por encima del 100% de su PIB mientras que el déficit público alcanzará el 14%, lejos del objetivo del 3% marcado por la Unión Europea. Estos datos hacen que los inversores barajen la posibilidad de que el país falle a la hora de respaldar su sistema financiero. Una posibilidad que las autoridades descartan por completo, aunque sí parece probable que se tenga que recurrir al plan de ayudas planteado por la Unión Europea y el FMI. En cualquier caso, para reajustar todos sus desequilibrios, Irlanda tendrá que acometer un fuerte ajuste económico y social así como, en los próximos años, diseñar un nuevo modelo de crecimiento.

La complicada situación de Irlanda, Grecia, Portugal y España va a hacer que el entorno de inversión bursátil en Europa sea muy complicado. No vamos a asistir a una recuperación sólida, sino que tendremos un crecimiento económico bajo, debido a la necesidad de ajustes en las cuentas públicas. Además, ante las dudas que puedan surgir sobre la situación de estos países, los mercados pueden tener súbitos periodos de volatilidad. Es por esto que, aunque vemos potencial de subida para las bolsas, todavía pasará un tiempo hasta que volvamos a las revalorizaciones vistas años atrás. Creemos que de aquí en adelante los precios que los inversores pagaran por la bolsa europea serán más reducidos que los vistos en anteriores ciclos bursátiles y, en especial, para aquellas empresas excesivamente centradas en los países periféricos.

David Blasco Palau (dblascop@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 3 de octubre de 2010.


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