Servicio de estudios: Colaboraciones
24-10-2010

¿Tensiones inflacionistas?

La subida de los tipos de interés básicos aplicada por el Banco Popular de China esta semana ha cogido por sorpresa a los mercados financieros, provocando titubeos en la evolución de las principales plazas bursátiles. Se trata de una medida a la que no se recurría desde 2007. Las autoridades chinas pretenden así moderar la inflación en un país cuya variación del IPC había alcanzado ya el 3,5% en el pasado mes de agosto.

La lectura de este movimiento ofrece, como casi todo en la vida, una parte positiva y otra negativa. De un lado, una actuación de política monetaria restrictiva como ésta constituye una señal inequívoca de la solidez económica de la potencia emergente de mayor dimensión, reforzando las expectativas de consolidación de la salida de la crisis económica global. Mientras, el encarecimiento de la financiación que la subida de tipos conlleva puede frenar la inversión y el consumo en los próximos trimestres, restando velocidad al crecimiento del gigante amarillo.

Cabe preguntarse, obviamente, si estos primeros vestigios de temores a eventuales tensiones inflacionistas son generalizados. Es decir, si podemos anticipar o no alzas en los tipos de interés en Estados Unidos y Europa. Las variaciones del IPC en septiembre han sido del 1,1% en la economía norteamericana y del 1,8% en la zona euro. Por lo tanto, en la actualidad, las presiones sobre los precios son nulas.

A medio plazo, y aún suponiendo un cierto despegue de la demanda interna en los mercados occidentales, las posibilidades de encontrarnos con un escenario inflacionista global son también reducidas, excepto si las materias primas viven algún episodio de encarecimiento abrupto, que tampoco es muy probable en las coordenadas presentes.

Y podemos afirmar esto, en mi opinión, observando la situación del índice que mide el grado de utilización de la capacidad productiva industrial, el cociente entre la maquinaria usada y la disponible. En Estados Unidos, se ubica en torno al 75%, frente a una media histórica del 81% y los registros superiores al 85% correspondientes a las fases alcistas de los ciclos. En otros términos, las empresas cuentan todavía con bienes de equipo “ociosos”, en concreto una cuarta parte de su capacidad, por lo que seguirán ajustando los precios de venta, aún sacrificando márgenes, para incrementar su nivel de producción y rentabilizar esas inversiones ya realizadas y que en este momento no devengan rendimientos.

Algo similar ocurre a este lado del Atlántico. Por ejemplo, en el caso de España, el índice de utilización de la capacidad productiva se cifra en el 72,7% durante el primer semestre de 2010, frente al 78,6% de promedio entre 1983 y 2008.

En síntesis, al ser inexistentes las tensiones inflacionistas significativas en el horizonte inmediato, los Bancos Centrales de las divisas occidentales no se verán acuciados por la necesidad de retirar con rapidez los estímulos monetarios que han implementado en el transcurso de la crisis y tampoco con el imperativo de iniciar la escalada de tipos de interés. No obstante, sería deseable que, con gradualidad para no dañar la recuperación económica, fuera restaurándose la normalidad monetaria. El mantenimiento excesivo en el tiempo de las citadas medidas extraordinarias puede generar el caldo de cultivo propicio para la gestación de burbujas de activos. Una revisión del pasado reciente debería ser suficiente para comprenderlo.

Enrique Barbero Lahoz (ebarbero@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 24 de octubre de 2010.


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