Evaluación continua
Tras varios días de discusión e incertidumbre, finalmente la Unión Europea y el FMI inyectaban 85.000 millones de euros en las finanzas públicas irlandesas a través del Fondo Europeo de Estabilización Financiera, confirmándose de esta forma el segundo rescate de un gobierno de la zona euro en apenas siete meses.
En esta ocasión, la interpretación de las ayudas a Irlanda es más delicada, ya que el colapso del otrora conocido como tigre celta ha sido provocado por su sistema financiero, apenas cinco meses después de que superara las pruebas de resistencia a la banca europea, dañando la credibilidad de las mismas.
Tras las suspicacias que este rescate ha provocado, las fuerzas del mercado han decidido tomar la delantera y buscar rápidamente la siguiente victima de la crisis de deuda soberana, creyendo encontrarla en España. De esta forma, la prima de riesgo de la deuda española a diez años, la rentabilidad adicional que el mercado exige respecto a la deuda alemana, alcanzó recientemente máximos históricos desde la creación del euro, superando el tres por ciento.
El miedo a que España pueda tener un desenlace similar al caso irlandés es desproporcionado en base a varios elementos diferenciales. Primero, el sobredimensionamiento del sistema financiero irlandés, con un peso relativo sobre su economía superior a las seis veces, prácticamente el doble que en el caso español. Segundo, la elevada concentración de riesgos en Irlanda, con tan sólo cuatro bancos en un país donde el peso de la construcción es 20 puntos porcentuales superior al de España, increíble pero cierto, 20 puntos superior. Y tercero, unas pruebas de resistencia mucho más creíbles en el sistema financiero español, con hipótesis más agresivas y una mayor transparencia en sus resultados.
Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos ha demostrado que el mercado pondrá en duda la situación de las finanzas públicas españolas y de su sistema financiero cada vez que tenga oportunidad. Por lo tanto, será necesario que se sigan tomando medidas en la dirección adecuada para que el mercado mantenga la confianza en España y no relajarnos cada vez que el riesgo soberano remita.
Y es que no se puede negar, por mucho que se quiera, de la importancia que tiene la confianza del mercado para garantizar la estabilidad de España en 2011. Con un país que tiembla cada vez que empeoran las condiciones de financiación de cara a un año, 2011, en el que el Tesoro tiene previsto emitir deuda por importe de 192.000 millones de euros, y en el que las entidades financieras españolas afrontarán vencimientos por valor cercano a los 100.000 millones de euros.
Es cierto que se han visto síntomas positivos, como la reducción del déficit público hasta octubre y los avances en la reestructuración del sistema financiero. También hemos comprobado que el Gobierno tiene ases debajo de la manga como el anuncio de privatización de la red de aeropuertos y el sistema nacional de loterías. Sin embargo, el mercado seguirá demandando transparencia y firmeza a la hora de implementar las medidas estructurales necesarias.
En este sentido, podríamos tener una oportunidad para mandar un mensaje contundente en frentes como la reforma del sistema de pensiones, medidas adicionales de reducción de la deuda pública o en la reforma del sistema financiero, y volver a dar un ejemplo de transparencia en las nuevas pruebas de resistencia que presumiblemente tendrán lugar en 2011.
Marcos Sánchez Bienzobas (msanchezb@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 12 de diciembre de 2010.
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