No apto para cardiacos
La continuidad del crecimiento global y unas valoraciones bursátiles poco exigentes, al menos en un contexto histórico, hacen lógico pensar que el año que comienza pueda ofrecer alegrías a los inversores de renta variable. Sin necesidad de asumir ninguna mejora en el múltiplo de valoración que un inversor estaría dispuesto a pagar por invertir en bolsa, el propio crecimiento de beneficios justificaría una evolución positiva de las bolsas europeas de doble dígito.
Este ejercicio, demasiado simplista, está sujeto a todo tipo de matizaciones. De hecho, en un mercado como la renta variable que pone tan rápidamente en precio el entorno cambiante en el que nos encontramos, es un buen ejercicio identificar cuáles son los principales riesgos que podrían desestabilizar nuestro escenario central.
El riesgo más evidente, por haber sido el foco de atención a lo largo de 2010, sería un recrudecimiento del riesgo soberano. A pesar de que los 750.000 millones de euros del Fondo Europeo de Estabilización Financiera serían suficientes para refinanciar a Grecia, Irlanda, Portugal y España hasta 2013, todavía quedan muchas dudas por solventarse en 2011. El foco estará centrado probablemente en España, que tiene previsto emitir 192.000 millones de euros a lo largo del año, de forma que cada colocación de deuda pública será un examen para los mercados.
No será menos importante mantener vigilada la fuerte inflación de materias primas que hemos visto en los últimos meses. El encarecimiento de estos productos reduce el poder de compra de los individuos y por tanto podría afectar negativamente a las expectativas de consumo. Además, los mayores costes impactarían negativamente en los márgenes de las compañías poniendo en riesgo las estimaciones de resultados empresariales para 2011.
Otra variable clave, con casi tres cuartas partes del crecimiento mundial derivado de los países emergentes, será las decisiones de política monetaria que tome China en 2011. Con una inflación próxima al 10%, que evidencia el sobrecalentamiento de su economía, China deberá tomar medidas de restricción al crédito y tipos de interés que permitan un crecimiento más equilibrado, cuyo impacto es todavía incierto. Una brusca desaceleración del ritmo al que está creciendo el país asiático tendría su efecto inmediato en los mercados de renta variable.
Desde Estados Unidos los riesgos podrían venir en forma de los efectos nocivos que puedan tener la fuerte política monetaria expansiva de la Reserva Federal. Las medidas no convencionales suponen un estímulo sin precedentes y han levantado ampollas entre otros países que acusan a Estados Unidos de debilitar intencionadamente su divisa para ganar competitividad de cara al exterior. Una guerra de divisas y restricciones a la importación podrían hacer daño al crecimiento global.
El mercado es consciente de los múltiples riesgos y así lo recoge en las valoraciones bursátiles, por debajo de las 10 veces beneficios frente a una media histórica de 13 veces, limitando el riesgo de una fuerte corrección en bolsa. Sin embargo, estos riesgos estarán presentes a lo largo de todo el año y es muy probable que en algún momento amenacen con materializarse. Por tanto, aunque ciertamente éste podría ser un buen año para la renta variable, desde luego no será un mercado apto para cardíacos.
Marcos Sánchez Bienzobas (msanchezb@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 9 de enero de 2011.
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