Trichet preocupado
En el último Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) se puso de manifiesto que su presidente, Jean Claude Trichet, está preocupado por la inflación. Y a no poca gente le afecta esta inquietud, pues se ha traducido en un notable incremento de los tipos de interés: el Euribor año ha alcanzado el 1,95% frente al 1,50% en que comenzó 2011.
Con la mejoría económica iniciada en 2009, sobre todo en los países emergentes, han vuelto a aumentar la demanda y los precios de materias primas. El caso paradigmático es el del petróleo, cuyo encarecimiento se ha agudizado por los conflictos del Norte de África, y que cotiza a 115 dólares por barril frente a los 34 de finales de 2008 (un 240% más). Pero también han subido los precios de otros recursos básicos como los alimentos o los metales. De hecho, el índice The Economist de materias primas ha superado en un 15% el máximo de 2008 (en un 30% denominado en euros) mientras que el petróleo no ha alcanzado el nivel de entonces (145 dólares por barril).
Este encarecimiento se está trasladando parcialmente a otros sectores. Así, el precio de las materias primas en euros sube un 46% interanual, el de las importaciones en la zona euro un 13%, los precios de producción un 6% y los de consumo un 2,3%. Trichet teme que la aceleración se siga extendiendo hasta el IPC, todavía no muy por encima de su objetivo de crecimiento del 2% y, para evitarlo, planea subir el tipo de intervención desde el 1% en el que se encuentra desde mayo de 2009.
Hay quien critica esta actitud aduciendo que los precios permanecerán contenidos (el IPC subyacente apenas crece un 1,1% interanual) porque el exceso de capacidad productiva y la contención de los costes laborales unitarios contrarrestan la presión al alza de las materias primas. Y se contrapone a la política del BCE la de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que mantiene los tipos en el 0,25% desde diciembre de 2008, además de implementar medidas cuantitativas ambiciosas como la compra de deuda pública por valor de un billón de dólares.
Existe un interesante debate sobre estos dos enfoques, el más ortodoxo del BCE y el de la Fed. Los más escépticos con el segundo sostienen que tal política expansiva tiene un efecto limitado en la creación de empleo que trata de fomentar y distorsiona los mercados financieros de todo el mundo con su fuerte inyección de liquidez, incrementando el riesgo de que se formen burbujas en activos como la deuda soberana de algunos países o en las propias materias primas.
Más allá de estas cuestiones teóricas, lo que parece fuera de duda es que en Europa nos encaminamos a un entorno de mayores tipos de interés. No es una buena noticia en un contexto de recuperación modesta (no se han alcanzado los niveles de PIB previos a la crisis) y elevado endeudamiento. Pero tampoco lo sería una aceleración de los precios, que es la alternativa que contempla el BCE. Un episodio inflacionista con contención salarial y elevado desempleo supondría una pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores.
El BCE no se plantea por ahora un ciclo agresivo de subidas del tipo de referencia, sino un ajuste más fino. Habrá que permanecer atentos a la evolución del precio de las materias primas y a su traslación al resto de la economía, pues de su intensidad depende la preocupación de Trichet... y la de muchos europeos afectados por las subidas de tipos.
Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 13 de marzo de 2011.
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