Servicio de estudios: Colaboraciones
29-05-2011

Un economista en los mercados

Todo el mundo sabe que los economistas tenemos respuesta para todo, eso sí, una vez ha ocurrido la noticia a la cual hacemos mención. Sin embargo, explicar la fortaleza intrínseca del mercado durante los últimos cuatros meses se me antoja complicado, dado el escenario macroeconómico en el que estamos atrapados. Pero, evidentemente, tenemos una teoría que la justifica gracias a los papeles jugados por dos agentes: las empresas y los bancos centrales.

La combinación de la solidez de los balances empresariales, poco endeudados y con una excelente posición de caja cifrada en casi dos de dólares en Estados Unidos, junto con la aplicación de políticas monetarias expansivas no ortodoxas, que han inundado de liquidez el mercado y han establecido unos tipos de interés reducidos que han permitido acelerar el proceso de fusiones y adquisiciones y la refinanciación de créditos (en muchos casos, de dudoso cobro) han sido los dos factores en los que se han basado los estrategas para justificar precios objetivos para el índice S&P500 de 1470 puntos, sobre la base de un PER de 15 veces con un beneficio por acción (EPS) de 98 dólares, nivel que se encuentra en máximos históricos. Este dato demuestra que el gran beneficiado de esta crisis mundial ha sido el factor capital, frente al factor trabajo.

Las operaciones con derivados en el mercado son un juego de suma cero pues, con independencia de que el objetivo sea especular o realizar una cobertura, cuando una posición gana inevitablemente otra ha de perder. En este caso, los grandes perdedores de esta recesión han sido los gobiernos y los trabajadores. Tras salvar a varios sectores empresariales, véase sector financiero y del automóvil; en el caso de Europa, los Estados han tenido que salvarse unos a otros, solucionando un problema de solvencia aumentando el endeudamiento sin atajar el problema estructural de crecimiento de los países periféricos. Todos sabemos que difícilmente un contribuyente puede hacer frente a sus deudas si no es autosuficiente económicamente. Lo mismo ocurre con los Estados, aunque el mercado aparentemente no lo quiera ver. Mientras, el problema en EEUU es la debilidad política que subyace de la falta de acuerdos para recortar el déficit público, que puede llevar si nadie lo remedia a la quiebra de su sistema público. Por otro lado, el futuro para el factor trabajo no es nada halagüeño, ya que el aumento de la presión impositiva para refinanciar los déficits de los Estados junto con una deflación en salarios para estimular la competitividad, va a provocar un paro estructural más elevado y un paso atrás en nuestro status laboral: sacar más trabajo con menos personas, y asignando un salario menor.

Llegados a este punto, y ante el desconcierto reinante en el mercado (prueba de ello es el mercado de rangos en el que nos movemos en los últimos ocho meses), me gustaría plantear dos ideas de inversión para intentar batir al mercado en lo que resta de año: los mercados emergentes (China, Brasil e India) y el sector financiero en Estados Unidos. Como economista, sabré justificar por qué no he acertado en mis planteamientos, pero no puedo poner la mano en el fuego por el momento adecuado para poner en marcha ambas ideas de inversión en activos de riesgo.

Javier A. Rillo Sebastián (ibercajapatrimonios@ibercaja.net). Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 29 de mayo de 2011.


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