Apostamos por China
Ante una inflación que se resiste a bajar (se situó en el 5,3% en abril frente al 5,4% de marzo), ante nuevas subidas en el coeficiente de caja bancario, el quinto ascenso en lo que va de año situándolo en el 21%, ante las subidas en los tipos de interés de referencia (con cuatro aumentos desde octubre hasta el 6,31%), ante las limitaciones de crédito y ante una mayor flexibilización del tipo de cambio, las dudas sobre la continuidad del milagro chino vuelven con fuerza, y eso que conocimos que su economía avanzó un 9,7% el primer trimestre del año.
Pero China es diferente. La estrategia implementada por su Gobierno para reconducir la economía es totalmente distinta a las experiencias que podamos extraer de otros países. Desde 1953, ha enmarcado sus objetivos macroeconómicos en planes quinquenales, con metas claramente determinadas. Recientemente, aprobó el duodécimo Plan (2011-2015) con tres objetivos principales: el reequilibrio de los motores del crecimiento, la reestructuración económica y la mejora del bienestar junto a la lucha en la reducción de las desigualdades de la población.
Así, este plan parece marcar un punto de inflexión, al cambiar el modelo de producción muy logrado de los últimos treinta años por una floreciente sociedad de consumo. Con una tasa de ahorro interno superior al 50%, ha sido muy fácil financiar la inversión para su desarrollo económico y además ha reforzado el margen de reservas de divisas que ha protegido a China contra las sacudidas exteriores. Ahora China está preparada para absorber parte de este superávit de ahorro a fin de fomentar un cambio en pro de la demanda interna.
Por lo que se refiere al primer objetivo, la sostenibilidad de las elevadas tasas de crecimiento de la economía pasa por promover el consumo privado en detrimento de su dependencia del sector exterior y de la inversión principalmente en dicho sector exportador. El consumo privado representa solo un 37% del PIB, el menor de todas las economías más importantes. Al centrarse en la creación de empleo, los aumentos de salarios y la red de seguridad social, podría desencadenar un importante aumento del poder adquisitivo discrecional de los consumidores, lo que podría propiciar nada menos que un aumento de cinco puntos en el porcentaje del consumo chino.
Referente al segundo objetivo, el ejecutivo proyecta respaldar una serie de industrias estratégicas, por su elevado valor añadido, a la vez que desea fomentar el sector servicios. Los servicios representan sólo el 43% del PIB, muy por debajo de los niveles mundiales, siendo un elemento importante de la estrategia en pro del consumo. Se trata de una receta para un crecimiento con gran densidad de mano de obra, eficiente en materia de recursos y medioambientalmente favorable: precisamente lo que China necesita en la próxima fase de su desarrollo.
Por último, las autoridades del país trabajan en trasladar el crecimiento económico a aumentos notables en el nivel de renta de las familias y disminuir las crecientes desigualdades entre regiones y sectores. Mientras, en 1981, la renta media en las grandes ciudades, especialmente costeras, duplicaba la de las zonas rurales, a mediados de la década de los 2000 esta ratio se había más que triplicado.
En este contexto no es de extrañar, que Inditex planee la apertura de 120 tiendas en China este año.
Beatriz Catalán Corredor (comunicacion@ibercaja.es). Ibercaja Gestión. Heraldo de Aragón, 12 de junio de 2011.
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