Servicio de estudios: Colaboraciones
19-06-2011

¿Tragedia en tres actos?

Se ha cumplido recientemente un año desde el comienzo de la crisis de la deuda soberana y desde que el primer país fuese rescatado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, la situación de Grecia a estas alturas, lejos de mejorar, vuelve a estar contra las cuerdas.

La tragedia griega vivirá un nuevo acto esta semana cuando los ministros de finanzas de la Zona Euro se reúnan para discutir sobre un segundo programa de ayudas. Quizás, como toda obra en tres actos, estemos un paso más cerca del desenlace de la misma, y, como buena tragedia, no podemos esperar un final feliz.

En esta ocasión las posiciones entre los miembros de la Unión Europea han estado más encontradas que nunca, con Alemania abogando por la participación de los inversores privados en el proceso de ayudas a Grecia.

Este punto es especialmente delicado, si tenemos en cuenta el efecto pernicioso que, a estas alturas, un evento de reestructuración de la deuda griega podría tener sobre otras economías en proceso de ajuste. De ahí la posición totalmente opuesta del Banco Central Europeo. Y es que de producirse un evento de crédito, ¿que impide que pudiera darse en cualquier otro país de la zona euro?. Y si es así, ¿qué consecuencias tendría para países como Portugal, Irlanda, o incluso España, en términos de confianza de los inversores?

De esta forma, al menos hasta que el ajuste en el resto de países periféricos esté más avanzado, la reestructuración de la deuda griega no parece que sea una opción razonable. En este sentido, una alternativa menos dramática y que se ha barajado en las últimas semanas es que los tenedores privados de bonos griegos adquieran “voluntariamente” un compromiso de suscribir nueva deuda griega al vencimiento de la existente.

Otro punto controvertido dentro del debate es el compromiso de Grecia de vender activos por valor de 50.000 millones de activos hasta 2015 o alrededor del 20% del PIB. Tan sólo Hungría, en el periodo que comprende entre 1993 y 1997, fue capaz de acometer un programa de privatizaciones similar en cuanto a tamaño y en tan corto periodo de tiempo. Pero este ambicioso programa lo es aún más si cabe, teniendo en cuenta que alrededor de tres cuartas partes de estos 50.000 millones de activos son de carácter inmobiliario. El precio de esta clase de activos sigue evolucionando a la baja y en las condiciones de mercado actual tienen más difícil encontrar un comprador. Si Grecia no fuera capaz de cumplir con este compromiso en el plazo planteado la idea del desenlace final planearía sobre su cabeza.

Así, aunque después de estas reuniones se otorgue un nuevo balón de oxígeno a Grecia, la situación de su economía y la elevada carga que supone su endeudamiento, junto con la dificultad para desinvertir activos, ponen cada vez más en duda su capacidad para hacer frente a la deuda en el largo plazo. Esta misma semana la agencia de calificación crediticia Standard&Poor’s rebajaba la deuda griega hasta CCC, elevando considerablemente la probabilidad de impago, y le otorgaba el dudoso honor de ser la nación del mundo con peor calificación.

El desenlace tardará aún en llegar, ya que en el corto plazo la idea de una reestructuración de la deuda griega podría ser un final prematuro de consecuencias muy negativas. Sin embargo, toda vez que estemos en un grado más avanzado de ajuste dentro de la periferia europea, podríamos estar un paso más cerca del desenlace de nuestra tragedia griega.

Marcos Sánchez Bienzobas (msanchezb@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 19 de junio de 2011.


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