Un salto al vacío
Grecia sigue siendo el centro de todas las miradas. Un debilitamiento de su economía mayor de lo esperado, ausencia de reformas estructurales de calado y la falta de realismo en los ingresos por privatizaciones, estarían llevando a que la opción de salida del euro sea más factible de lo que pensábamos. El aplazamiento en el desembolso de los 8.000 millones de euros del sexto tramo del plan de ayudas, por parte de la Troika (Comisión Europea, FMI y BCE), ha disparado todas las alarmas.
Con el Tratado de Lisboa en la mano, un país puede salir de la Unión Europea, pero para salir del euro tendría que salir primero de la UE. El tratado reconoce el derecho de un país a retirarse unilateralmente, con tal de que hayan pasado dos años desde que realizó la solicitud.
¿Qué consecuencias tendría su salida del euro? Supondría una vuelta a su anterior moneda, el dracma, que tras establecer un tipo de cambio con el resto de monedas, posteriormente perdería parte de su valor, lo que supondría un alivio en el corto plazo. Los precios de exportación se reducirían, mejoraría la competitividad del país, pero a su vez encarecería las importaciones, especialmente las energéticas.
Pero, ¿qué ocurriría con su deuda? Dependería del acuerdo al que se llegase, pero el peor de los escenarios sería que se mantuviese en euros, lo que implicaría devolverla con un mayor coste. Los depósitos en euros se convertirían en dracmas, que más tarde se devaluarían, llevando a fuertes salidas de capitales, lo que pondría en peligro, si todavía más cabe, la salud de su sistema financiero. Adicionalmente, se vería restringida la financiación externa, incrementando su coste hasta niveles insospechados.
Teniendo en cuenta que la economía helena tan sólo representa el 2,5% del PIB de la zona euro (el 4% en términos de deuda pública), el verdadero riesgo es el llamado efecto dominó, que la presión se traslade a otras economías como Irlanda o Portugal (países que finalizarán 2011 con una deuda por encima del 100%), que ya han recibido ayudas y sobre los que el mercado se preguntaría si no son los próximos en caer, aunque mejor ni imaginar si el riesgo se contagiara a países más grandes como España e Italia.
Si Grecia es expulsada del euro, ¿qué posibilidades tendría de seguir en la UE? ¿Qué probabilidades tendría la continuidad del euro? La incapacidad para resolver el problema heleno está llevando a una delicada división entre el resto de integrantes europeos, donde pesan más los intereses nacionales y políticos. Tal vez, los alemanes debieran de hacer memoria y recordar la condonación de su deuda en 1953. Las voces ahora apuntan a que la opción más óptima es aceptar al menos la condonación del 50% de la deuda griega. Bien es cierto que, que en aquel entonces Alemania tenía un porcentaje de deuda sobre PIB del 21%, es decir, menos de un séptimo de la que actualmente tienen los griegos.
Nos preguntamos: ¿existe solución? Todo parece complicarse, las dudas sobre el crecimiento económico global y la falta de dinamismo en China, junto con la amenaza en la banca europea de nuevas necesidades de capital, no ayudan. La unión monetaria ha demostrado que a falta de homogeneidad entre sus economías, la flexibilidad se hace necesaria, la solución pasará por una mayor integración económica y política.
Noemí Díez Cebamanos (ndiez@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 9 de octubre de 2011
Volver