Evasión o victoria
Cuan largo me lo fiáis, amigos europeos. Esto debió pensar Papandreu el pasado 21 de julio cuando se sentaron las bases para la ampliación del fondo de rescate. Tres meses nos ha costado la aprobación final del nuevo plan para Grecia, al que, con el paso del tiempo y la sucesión de acontecimientos, ha habido que subir al barco a países como Italia y España y preparar con chalecos salvavidas al sector financiero. Como dice un dicho popular: todo lo que no mejora, empeora.
El proyecto de declaración de la cumbre del Euro del pasado 26 de octubre centró las miradas en la resolución de las cuestiones económicas (comentadas en el artículo de esta sección del pasado domingo). Si bien se reconoce la necesidad de una integración de las políticas económicas y presupuestarias mediante el refuerzo de la coordinación, la supervisión y la disciplina, no se trata de momento más que de una declaración de intenciones.
El principal problema al que se enfrenta la economía europea es el bajo crecimiento económico pronosticado para los próximos años (en el margen del 0.5% - 1%); sin el cual, con tipos de interés por encima del 5%, es complicado que los niveles de endeudamiento se reduzcan. Condenándonos a un círculo vicioso en el que la deuda soberana muta en la soberana deuda.
Tras la tormenta de incertidumbre del verano, todo presagiaba que las nubes se disiparían cuando la semana pasada se alcanzo un nuevo acuerdo europeo sobre el fondo de rescate; no obstante, la festividad de Todos los Santos tornó en la de los Santos Inocentes tras el anuncio por parte del Primer Ministro Griego de la convocatoria de un referéndum.
Nadie duda del derecho de los griegos a realizar este tipo de consultas populares, al fin y al cabo, antes que europeos somos demócratas. Sin embargo, parece esperpéntico que en momentos como el actual, con el país Heleno sin poder financiarse fuera de los organismos supranacionales (UE, BCE y FMI), Portugal e Irlanda en situación análoga, Italia y España con la rentabilidad del bono a 10 años por encima del 6% y del 5.5%, nuestros políticos salgan a la palestra con este tipo de medidas.
Con esta decisión en lugar de centrar nuestros esfuerzos en proponer medidas que estimulen el crecimiento sin dañar las cuentas públicas, el foco de atención girará en torno a la pregunta y respuesta de los griegos. Evidentemente no es lo mismo preguntar ¿quiere seguir disfrutando de las ventajas de ser europeo y de los fondos que nos han dado para salvarnos? que ¿está de acuerdo con que le subamos los impuestos, bajemos los salarios, reduzcamos el numero de funcionarios y vendamos las joyas de la corona a unos precios de mercado irrisorios?. Pero sea cuál sea la pregunta; la respuesta de los mercados será incertidumbre, o lo que es lo mismo, la omnipresente volatilidad.
La situación de parálisis institucional y económica se resume en esta frase de Jean Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo Todos sabemos lo que tenemos que hacer lo que no sabemos es cómo ser reelegidos una vez lo hayamos hecho.
Coda: Si Churchill, en vez de prometer sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas, hubiese convocado un referéndum para decidir si el Reino Unido entraba en guerra con Alemania, seguramente la Europa de la segunda mitad del siglo XX habría sido muy diferente; y, con casi toda seguridad, mucho menos democrática.
Mª José Martínez Blázquez (martinez@ibgestion.com). Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 6 de noviembre de 2011.
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