El mercado y la furia
La masa enfurecida puede provocar estragos. Lo veíamos en la película Furia, la primera de Fritz Lang en Hollywood, y no faltan ejemplos en la vida real, el linchamiento de Gadafi es uno tan sangriento como reciente. Los mercados financieros, de forma quizá no tan dramática, también siguen en muchas ocasiones un comportamiento gregario con efectos devastadores, aunque en contra de lo que se suele pensar, probablemente actúan más por miedo que por furia. De ahí que se diga que no hay nada tan asustadizo como un millón de dólares (y que a veces se apostille, salvo dos millones de dólares) y que puedan parecer más una manada que huye que una multitud furibunda.
Perder la confianza y provocar la estampida de los inversores está siendo bastante fácil desde que empezó la crisis. Los bancos europeos perdieron más de un 80% de su valor en bolsa en menos de dos años, la mayor parte tras la quiebra de Lehman Brothers.
Grecia tampoco supo retener esa confianza después de que, tras revisar sus cuentas, se supiese que no había cumplido el límite de déficit público establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (3% del PIB) desde 1980. Ni Irlanda cuando tuvo que hacer frente a la quiebra de su sobredimensionado sistema financiero (una quiebra debida en buena parte a las garantías del Estado sobre la banca que en su momento habían aplaudido los inversores). A Portugal le pesaron sobre todo la falta de competitividad y la escasa capacidad de crecimiento a largo plazo.
En las últimas semanas hemos asistido al descrédito de Italia, un país que ha crecido muy poco en la última década y cuyo sector público tiene un elevado endeudamiento además de un creciente desprestigio. Frente a estos evidencias habría otras como la solidez de su sistema productivo o la existencia de superávit primario (excluido el pago de intereses), un argumento muy relevante a la hora de determinar la capacidad de pago de un país. Sin embargo, cuando empiezan los temores en el mercado, los prejuicios y estereotipos parecen pesar casi tanto como los argumentos racionales, de esta forma se explican el acrónimo PIGS para referirse a los países del Sur de Europa o las alusiones a la mafia al hablar de la situación de Italia.
¿Cuál será la próxima víctima del pánico de los mercados? España hace tiempo que está en el punto de mira y hasta se ha comenzado a hablar de Francia. De momento la crisis está en la Eurozona, pero quizá dentro de unos años los inversores se comiencen a fijar en las cuentas de EE.UU. El todavía líder económico, militar y político del mundo deberá este año más de un 100% de su PIB, lo que supone más de 3 veces sus ingresos anuales, ofreciendo una exigua rentabilidad del 0,2% a 2 años y del 2,0% a diez años en una divisa que cae frente a casi todas las demás (frente al yuan chino ha perdido un 23% de su valor desde 2005). Japón parece más protegido porque financia casi toda su deuda internamente.
Durante los últimos meses, los mercados financieros no han tenido un comportamiento muy distinto al de las manadas de ñúes que, al huir, sea por un motivo fundado o no, provocan terribles destrozos a su paso. Para que se vuelva a confiar en que sean instrumentos de inversión eficientes y racionales parecen necesarias políticas responsables, mejoras regulatorias y un crecimiento económico más equilibrado.
Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 13 de noviembre de 2011.
Volver