Supermario contra los mayas
El contagio de la crisis de deuda soberana ha alcanzado su punto álgido. España ha visto como tenía que pagar un tipo de interés del 7% para financiarse a 10 años, el más alto desde 1997, y el diferencial con la deuda alemana ha superado los 500 puntos básicos. El caldo de cultivo de esta tormenta perfecta se alimenta con la inestabilidad política en Italia, la amenaza de las agencias de calificación crediticia a Francia, y la estigmatización de la banca europea por sus tenencias en deuda soberana de países periféricos, que ha acentuado el cierre de los mercados mayoristas. Ante esta perspectiva, la banca se apresura a deshacer sus posiciones en bonos periféricos en un círculo vicioso que amenaza el futuro de la Zona Euro.
Aunque parezca un relato apocalíptico, esta era la situación exacta hace apenas dos meses, cuando escribí por última vez en esta columna. Durante unos días parecía que la peor de las profecías mayas sobre el fin del mundo podía hacerse realidad, al menos en lo que a la Zona Euro se refiere.
No era el mejor de los escenarios de cara a un año 2012 en el que, en España, el Tesoro tenía prevista la emisión de 86.000 millones de euros y la banca, principal demandante de deuda española, tenía que refinanciar vencimientos por unos 120.000 millones de euros.
¿Cómo se ha logrado romper este círculo vicioso? Gracias al mayor activismo del Banco Central Europeo, que en estas circunstancias extremas decidía inyectar liquidez en el sistema financiero de forma ilimitada. El BCE ha logrado que las necesidades de refinanciación de la banca dejen de ser una preocupación. Además, al incentivar la compra de deuda soberana con liquidez barata, se ha creado una demanda para la deuda pública, tal y como se ha visto con el fuerte estrechamiento de diferenciales durante las primeras semanas de 2012. ¡Bravo SuperMario (Draghi)!
No cabe duda de que la confianza ha vuelto a los mercados, SuperMario se ha encargado de ello pero, ¿tenemos motivos para bajar la guardia? En mi opinión, no.
Los diferenciales de la deuda soberana periférica se han estrechado notablemente debido a la demanda generada en un entorno de financiación barata e ilimitada. ¿Qué pasará después de la segunda subasta a tres años del próximo 29 de febrero? ¿Seguirá habiendo una demanda real de deuda periférica a precios razonables?
Por otra parte, la reestructuración de la deuda griega parece inminente pero los continuos retrasos nos hacen una idea de las dificultades en alcanzar un acuerdo. ¿Será la quita suficiente como para hacer creer que no son necesarias nuevas ayudas en un futuro?
Además, aunque el riesgo de contagio se ha mitigado sustancialmente, se ha visto en las
últimas semanas un fuerte incremento en el coste de aseguramiento contra impago de
bonos portugueses. Si la deuda pública portuguesa se vuelve insostenible, ¿qué
incentivos tiene Portugal en aplicar medidas de ajuste draconianas si es posible negociar
una reestructuración de su deuda?
No menos importante es el riesgo político, con elecciones francesas el próximo mes de mayo, y donde un cambio de gobierno podría poner en entredicho los acuerdos alcanzados en los últimos meses sobre disciplina fiscal.
En definitiva, aunque los riesgos se han mitigado con la actuación de SuperMario, y creo que la peor de las profecías no se cumplirá, todas estas incógnitas nos dan una idea de que la crisis de deuda soberana seguirá muy presente en 2012.
Marcos Sánchez Bienzobas (msanchezb@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 12 de febrero de 2012.
Volver