Servicio de estudios: Colaboraciones
15-04-2012

España en la picota

España ha vuelto a ser el centro de atención en la prensa económica internacional y ha quedado claro que en los mercados financieros no se debe seguir la máxima “lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal”, pues esta popularidad está resultando bastante cara. El diferencial de la deuda a diez años española frente a la alemana ha superado los 430 p.b. desde los 300 de comienzos de marzo, con el tipo cerca del 6%.


No era ningún secreto que la economía española está atravesando una situación difícil. Tras la burbuja inmobiliaria la estructura productiva sufre un importante reajuste por la pérdida de peso de sectores antes fundamentales y ahora languidecientes como, sobre todo, la construcción e industrias relacionadas, lo que se ha traducido en un grave aumento del paro de larga duración. Estos cambios estructurales suponen dilatados caminos por el desierto y la travesía se ha tornado aún más ardua por el deterioro de la situación europea, que dificulta la exportación a nuestros principales socios comerciales, y por la necesidad de ajustar las cuentas públicas después de que el déficit de 2011 estuviera muy por encima de lo previsto.


Sin que se haya modificado en gran medida el escenario de fondo, las debilidades descritas y la necesidad de financiación de la economía española la hacen vulnerable a los cambios negativos en la percepción de los inversores, tal como ha ocurrido recientemente. Grecia ha dejado de ser el foco de atención y se ha empezado a atender al objetivo de reducción del déficit y a la presentación de los presupuestos en nuestro país. Aplicar políticas fiscales restrictivas en un entorno de recesión conlleva el riesgo de fomentar un círculo vicioso de menor crecimiento y necesidad de ajustes adicionales. Por este motivo, se ponen en tela de juicio las previsiones del Gobierno, especialmente por el lado de los ingresos.


Para asegurar la viabilidad de las cuentas públicas a largo plazo es necesario incidir en reformas estructurales que incrementen la capacidad de crecimiento de la economía, sobre todo si tenemos en cuenta que el nivel de deuda sobre PIB todavía es manejable e inferior a la media de la Zona Euro, aunque el margen sea cada vez menor. Hay que seguir mejorando el marco regulatorio, fomentar la inversión privada y esperar efectos beneficiosos de las reformas implementadas en el mercado laboral y el sistema financiero, además de un ajuste de los expendios públicos selectivo, que actúe en partidas donde se ha gastado de forma superflua y sin contribuir a una mejora de la competitividad a largo plazo.

Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es) Ibercaja. Heraldo de Aragón, 15 de abril de 2012


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