Matrimonio a la italiana
El mercado sigue hasta ahora los mismos patrones que el año pasado si bien las caídas en bolsa han comenzado incluso antes: la producción industrial parece haber hecho pico, los bancos centrales se han tomado una pausa en sus políticas expansivas y las tensiones en la zona euro han vuelto a resurgir. Sin embargo, existen diferencias que nos hacen prever que el verano sea menos traumático que el de 2011. En EEUU, el crecimiento tiene una mayor base, con signos de mejora en el sector servicios, en el financiero (crecimiento de crédito del 7,5%) e incluso en el inmobiliario. En Europa, el BCE se ha mostrado mucho más agresivo contra la crisis con sus operaciones de préstamo a 3 años y, de hacer algo, su próximo movimiento de tipos sería a la baja (frente a las subidas del año pasado). Además, los balances por cuenta corriente se han equilibrado en la periferia, además de haberse avanzado en las medidas de ajuste fiscal. Por último, el año pasado tuvimos que hacer frente a shocks externos como la primavera árabe y el terremoto de Japón, que tuvieron un efecto directo en la actividad económica y en los precios de las materias primas. Este año estos precios registran caídas interanuales que pueden producir cierto alivio para el consumo privado.
Aun con todo, no podemos hablar de un crecimiento global robusto ni las incertidumbres sobre el proyecto de Unión Europea van a desaparecer en el corto plazo, por lo que la volatilidad del mercado va a seguir siendo alta. Tras las elecciones francesas y, sobre todo, tras las griegas, volvemos a estar cerca de un momento decisivo. Los griegos necesitan un nuevo rescate que ya nadie confía en que vayan a recibir y la única duda es si la baraja se romperá en la revisión de la troika de junio o en la de septiembre. La economista jefe para Europa de un banco global dibujaba esta semana 4 posibles escenarios para el futuro de la Unión Europea. El renacimiento europeo era el más optimista, en el que la unión fiscal se conseguía junto a reformas y rebalanceo en el crecimiento económico de la zona. El divorcio, con la rotura del euro y tensiones sociales, era el de peores consecuencias. El matrimonio a la italiana era el más gracioso, por lo menos en su nombre: se conseguiría la unión fiscal pero cada uno seguiría por su lado con crecimientos dispares, al estilo del norte poderoso y el sur pobre italianos. Pero al que le daba más probabilidades era el más difícil de traducir al español: staggering on, que viene a significar algo así como que seguiremos dando tumbos hacia delante, con poca armonía política, pero con los ajustes fiscales y las reformas económicas dando frutos poco a poco. Eso sí, con mucha ayuda del BCE.
Oscar del Diego Ereza (Oscar@ibgestion.com). Ibercaja Gestión. Heraldo de Aragón, 13 de mayo de 2012
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