Servicio de estudios: Colaboraciones
24-06-2012

Confianza divino tesoro

“Me has decepcionado”, ¿qué hijo no ha escuchado alguna vez esta frase en boca de sus padres?. Algo así estamos viviendo en los mercados tras el estallido de la crisis europea. “Papᔠmercado ha perdido la confianza en sus hijos de la Unión Europea. Razones no les faltan a los inversores: más de cuatro años han pasado desde la intervención de Grecia y aún estamos pendientes de sus elecciones.

“El miedo es libre”, ¡vaya si lo es!. Esta misma semana España ha vendido letras a doce meses al 5% de rentabilidad, Grecia al 4.3%. Aunque nuestra situación es distinta. Las cifras y las decisiones legislativas así lo atestiguan.

La confianza es como el dinero: difícil de ganar, fácil de perder. Disponemos de los medios para hacer que vuelva la inversión, siempre y cuando la voluntad política y social nos acompañe e implemente un serio y profundo plan de reformas.

Quizá el mayor problema de España es que, como casi siempre, llegamos tarde a la “fiesta”. A este padre le han salido muchos hijos díscolos y ya no sabe como tratarlos. Irlanda no era Grecia, Portugal tampoco se parecía a los otros dos, Italia y España, idem; y para colmo los “hermanos mayores” alemanes y franceses siguen sin dar ejemplo. El hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra dos, tres veces.... La última prueba la tenemos en el plan de financiación a la banca española del que se ha dado a conocer la cuantía pero no sus condiciones. La circunstancia es similar a la de quien le llaman a su casa y le ofrecen dinero “fácil”, primero lo recibes con sorpresa (incluso alegría) para luego pasar a la desconfianza y sin solución de continuidad al recelo.

El sistema financiero es uno de los pilares de la economía, es cuestión de tiempo proporcionarle solvencia (recapitalización) y liquidez. Además, es fundamental la seguridad de los ahorradores, por lo que uno de los primeros pasos debería ser frenar la fuga de dinero a través de un programa de garantía europeo de depósitos. Finalmente, con tipos al 7%, ni España ni Italia van a poder durante mucho más tiempo seguir saliendo al mercado en busca de financiación de su deuda, por lo que es necesaria la figura de un prestamista europeo.

¿Comprenderán nuestros socios europeos esta necesidad?; en contraprestación: ¿asumiremos que no podemos disfrutar de un gasto público descontrolado por encima de nuestras posibilidades de ingresos?. Una vez evitado el colapso y devuelta la confianza, no debemos olvidarnos de que sin crecimiento económico no se consigue la reducción de deuda. Nadie dijo que fuera fácil, y, como dijo Roosvelt, “el enemigo es el miedo”.

Mª José Martínez Blázquez (mjmartinezb@patrimonios.ibercaja.es) Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 24 de junio de 2012


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