Servicio de estudios: Colaboraciones
01-07-2012

El pesimismo no es un humanismo

Algunos pesimistas sostienen que en realidad son optimistas bien informados, por eso no extraña que la sobreabundancia de información relativa a la crisis económica esté incrementando el pesimismo en nuestro país de forma alarmante.


Después de tres años de crisis, la ausencia de mejoras visibles en la situación está provocando cierta desesperanza, se reciben las noticias con impotencia y sensación de derrota, probablemente dando demasiada relevancia a todo lo que abunde en este clima casi apocalíptico. La coyuntura es francamente mala pero, ¿no estaremos yendo demasiado lejos?

El acaparamiento de espacio en la prensa no significa necesariamente que ahora estemos mejor informados que antes sobre economía. ¿No se ofrece en demasiadas ocasiones tribuna a quien tenga las previsiones más espeluznantes? ¿No se concede credibilidad acríticamente a algunos expertos extranjeros a pesar de que puedan tener una visión cargada de prejuicios y tópicos cuando no interesada? Hablando de tópicos, un informe de un banco de inversión americano, al hablar sobre los problemas de la economía española, incidía en su escasa productividad adjuntando paradójicamente un gráfico de Eurostat que la mostraba superior por empleado a la del conjunto de la Unión Europea e incluso a la de Alemania.

Durante los años de crecimiento económico, mientras se hinchaba la burbuja inmobiliaria, el optimismo prevalecía y era corriente escuchar falacias como que la inversión inmobiliaria era la más segura y que el precio de la vivienda nunca cae. Entonces se desatendían las señales negativas y las opiniones discrepantes, parece que ahora hemos pasado al extremo contrario.

El cambio estructural de una economía tras una crisis como la que estamos sufriendo no es un proceso rápido ni sencillo, pero igual que en el ciclo anterior se asignaron los recursos a los sectores más dinámicos y que proporcionaban mayores beneficios, tras el derrumbamiento de buena parte de aquellos, mientras digerimos el proceso de ajuste, se irán reorientando a otros con mejores perspectivas. Los frutos de este proceso todavía no son apreciables, pero llegarán.

En las actuales circunstancias podemos tener la sensación de luchar contra los elementos y, desde luego que hay factores que escapan a nuestra influencia e incluso a nuestra comprensión, pero de nada sirve dejarse arrastrar por el pesimismo y menos agitar la bandera blanca, la recuperación llegará más rápido si nos dedicamos a construir.

Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es) Ibecaja. Heraldo de Aragón, 1 de julio de 2012


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