Servicio de estudios: Colaboraciones
29-07-2012

¿Qué opciones nos quedan?

Los agoreros que pregonaban que esto tenía que ir a peor antes de que pudiera mejorar estaban en lo cierto. El mercado ha retirado su apoyo a España y será difícil que, si la cosa no cambia, el Tesoro pueda colocar las emisiones de Deuda previstas para el mes de agosto.


Hasta ahora, cada nuevo momento de crisis ha servido para dar un paso en la dirección correcta, pero a un alto coste. Los países en el punto de mira de los inversores han visto empeorar sus perspectivas de crecimiento y aumentar su coste de financiación, con lo que la profecía se cumple en sí misma: las posibilidades de que no puedan hacer frente a sus deudas han aumentado a pesar de los recortes y las subidas de impuestos. Cuando aún no hemos concretado como poner en marcha el último acuerdo, la unión bancaria y la recapitalización directa de los bancos, ya es necesario dar un paso más: esta semana se habla de dar ficha bancaria al fondo de rescate europeo lo que le daría acceso al “dinero barato” del BCE y ampliaría enormemente su capacidad de actuación en los mercados financieros. De ponerse en marcha, estas dos medidas solucionarían buena parte de los problemas estructurales de la Zona Euro, siempre que se utilicen sin límites y en beneficio del conjunto y no de los intereses individuales de cada país.


¿Y qué cosas nos quedan por hacer? Lo principal es parar el flujo de salida de capitales de las economías periféricas. Hay que estabilizar la evolución de las masas monetarias y del crédito en todas las regiones y devolver el estatus de activo sin riesgo a la Deuda Pública. Colectivizar las deudas de los malos gestores nunca es la mejor solución, porque no aprenden y permanecen en sus puestos, pero hemos llegado al punto de no retorno. Concretando, yo en este momento si estuviese en el lugar de Mario Dragui, compraría Deuda Pública de todos los gobiernos de la zona por un importe equivalente al 10% del PIB de cada país. Si así no se estabiliza el mercado, aumentaría hasta el 20%. Es decir un “Quantitative Easing” sin complejos. No nos olvidemos que la Reserva Federal, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra ya son dueños de alrededor de este último porcentaje de sus respectivas deudas y siguen comprando.


A nivel de inversor individual, ahora más que nunca, es importante incidir en la diversificación de carteras. Aunque los activos españoles tanto de renta variable como de renta fija son de los más baratos con respecto a sus medias históricas, nunca es bueno tener todo en el mismo saco. Hay que nadar y guardar la ropa, y dedicar parte de la cartera a activos que pueden servir como “seguros baratos”: algo de divisa extranjera, acciones con fuentes de ingresos fuera de la zona euro o ligadas a la inflación, liquidez, etc.

Oscar del Diego Ereza (odiego@gestionfondos.ibercaja.es). Ibercaja Gestión. Heraldo de Aragón, 29 de julio de 2012


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