Servicio de estudios: Colaboraciones
07-10-2012

Vuelvan ustedes mañana

A estas alturas de la película poco nos deben sorprender los presupuestos presentados por el Gobierno de España para el año 2013: austeridad en el gasto y nuevas subidas de impuestos. El objetivo es muy sencillo: taponar la sangría del déficit público que año tras año se convierte en un mayor endeudamiento. Atendiendo al ratio de deuda pública sobre PIB, si la deuda aumenta y la economía se contrae, el resultado crece exponencialmente. Hemos pasado del 36,3% en el año 2007 a una previsión del 90,5% en 2013. No sé ustedes, pero mi calidad de vida no ha mejorado como consecuencia de semejante despilfarro. ¿Qué dos implicaciones tiene alcanzar este número? La primera, una factura anual por el pago de intereses superior a los 38.000 millones de euros, cantidad que supera a la inversión en infraestructuras en el conjunto del año. La segunda, un riesgo evidente de padecer una rebaja del rating a bono basura, lo que implicaría ventas masivas en el mercado de bonos español. Dentro del cuadro macroeconómico diseñado en los presupuestos, sorprende el excesivo optimismo en los datos de crecimiento económico (contracción del 0,5%) y gasto por prestaciones sociales. Cualquier mínima desviación generaría un mayor déficit, lo que dinamitaría la credibilidad del mercado.

La valoración de los resultados del stress test realizado por la consultora Oliver Wyman es positiva, ya que más de un 80% de las necesidades del sistema tienen su origen en entidades ya nacionalizadas. El Gobierno sabe que, si no hay crédito a la sociedad, es inviable cualquier atisbo de recuperación y, por lo tanto, hay que aplaudir el ejercicio de transparencia que elimina la incertidumbre en el sector.

Los últimos meses de frenética actividad política han servido para que exista una hoja de ruta en caso de que algún país decida solicitar ayuda al resto de socios europeos. El BCE actuará en el mercado secundario comprando deuda pública para rebajar la tensión de la rentabilidad de los bonos, mientras que el programa europeo EFSF/ESM, lo hará en la colocación de emisiones primarias; todo ello una vez el país en cuestión haya firmado un documento en el que se comprometa a una serie de reformas adicionales. Hasta ahora, España ha decidido posponer esa solicitud de ayuda, amparándose en una relajación de la prima de riesgo (que sigue por encima de los 400 puntos básicos) y emitiendo en plazos cortos donde existe una demanda cautiva del sistema financiero español por ese papel. Sería razonable pedir que en los próximos días se diera una respuesta, pero no un portazo enfrente de nuestros acreedores.

Javier Rillo Sebastián. (jrillo@patrimonios.ibercaja.es). Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 7 de octubre de 2012


Volver