Año 2013: el contador a cero
Probablemente hoy los lectores asiduos a Heraldo de Aragón, y en particular, a este espacio, estarán más animados tras los regalos de Reyes. Comenzamos año y caer en el tópico de hacer predicciones resulta muy fácil, pero la probabilidad de acierto es bastante reducida. Sirva como ejemplo 2012, la evolución del crecimiento económico o de los beneficios empresariales no ha servido como buen indicador para determinar el comportamiento del precio de las acciones: así Europa ha tenido un crecimiento anémico, unos beneficios empresariales estancados y, sin embargo, la bolsa ha subido un 14%; mientras que el crecimiento del PIB en China próximo al 8% apenas se ha reflejado positivamente en su índice local.
La renta variable debería ser el activo de inversión en los próximos años. Sin embargo, la prudencia tiene que ser nuestro mejor aliado. Si uno se pregunta por qué los tipos de interés nominales y la rentabilidad de los bonos en occidente es tan reducida (exceptuando a los países en proceso o ya rescatados por el BCE), la principal razón son las políticas monetarias expansivas aplicadas por los bancos centrales ante la debilidad del crecimiento y las altas tasas de paro. El escenario resultante es dual: Si de verdad el panorama económico es tan oscuro, difícilmente los beneficios empresariales crecerán a tasas relevantes y menos en países como EE.UU donde los márgenes están en niveles máximos de las últimas décadas. Si los bancos centrales han errado en el pronóstico, la política monetaria aplicada tendrá un efecto colateral letal para el tejido empresarial, generando inflación en un contexto de estancamiento económico.
Quizás no muchos se animen a comprar renta variable, cuando los índices europeos desde los mínimos del verano pasado han subido más de un 25%, pero tener el dinero en un bono alemán a 10 años al 1,5% implica perder poder adquisitivo si tenemos en cuenta la inflación. Los países periféricos de Europa están en muchas listas recomendadas de inversión para este año, pero todo pasa por una reducción de la prima de riesgo, que rebaje los costes financieros, aumente la confianza empresarial y las inversiones en actividades productivas. Si el spread de España respecto a Alemania pasara de los 380 puntos básicos a 200-250, las cifras de déficit público se ajustaran a lo marcado por Europa, el nivel de deuda pública comenzara a reducirse, la reestructuración del sector financiero fuera una realidad quedando menos de 10 entidades y, por supuesto, en el segundo semestre se registrara crecimiento económico, sería probable que veamos al IBEX cerca de los 10.000 puntos en 2013, es decir, una subida superior al 22%.
Demasiados condicionantes para tener una elevada convicción, pero cuando de verdad existe cierta visibilidad, probablemente es ya demasiado tarde.
Javier Alfonso Rillo Sebastián (jrillo@patrimonios.ibercaja.es) Ibercaja Patrimonios. Heraldo de Aragón, 6 de enero de 2013
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