La Fed quiere ser casta
Tras la crisis de 2008 los mercados financieros se han acostumbrado a vivir en unas condiciones monetarias extremadamente laxas. Desde los bancos centrales se implementaron políticas sin precedentes, no sólo bajando los tipos de intervención, sino también con medidas cuantitativas que hasta entonces eran poco más que opciones teóricas planteadas desde el ámbito académico y que para los más ortodoxos rozaban el libertinaje.
El papel de la Reserva Federal y de su todavía gobernador Ben Bernanke fue clave. Sus audaces compras de activos financieros han sido fundamentales para apuntalar la mayor economía del mundo y devolver la estabilidad a unos mercados extremadamente volátiles. Otras autoridades monetarias, como las de Reino Unido o Japón, siguieron su camino, e incluso el Banco Central Europeo tuvo que abandonar su habitual rectitud para salvaguardar la moneda única.
Cinco años después de la quiebra de Lehman la economía mundial parece haber evitado el colapso, pero se han acumulado fuertes desequilibrios en las cuentas públicas y no se consiguen recuperar los ritmos de crecimiento de los ciclos anteriores. Los bancos centrales tienen que decidir si empezar a retirar unas medidas que pueden estar distorsionando durante demasiado tiempo las decisiones de inversión y de cuyas consecuencias a largo plazo no existe certeza por falta de precedentes.
La Reserva Federal no termina de dar el primer paso, teme que un cambio de política precipitado agoste la mejoría económica y contribuya al retorno de la volatilidad. El mero planteamiento de una reducción de las compras de activos llevó la rentabilidad de la deuda a diez años de EE.UU. del 1,6% al 3%. Por ello, la contención de los estímulos, inicialmente prevista para finales de este año, parece retrasarse. Como se dice que le sucedía a San Agustín, la Reserva Federal quiere ser casta... pero todavía no.
Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 24 de noviembre de 2013
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