El BCE en el mundo del espectáculo
Detrás de su apariencia burocrática y sobria los bancos centrales parecen esconder cierto espíritu circense. Sus armas no son tan llamativas como las mazas, el diábolo o las cariocas, pero manejan el tipo de intervención o la oferta monetaria con igual empeño que un malabarista. Para evitar el tedio de una actividad que puede resultar repetitiva, algunos bancos centrales han utilizado nuevos juguetes en sus espectáculos, como las inyecciones de liquidez a más largo plazo o las adquisiciones de activos financieros, ya sean públicos o privados, y han avanzado en su política de comunicación de forma que también parecen familiarizados con los arcanos del ilusionismo.
La Reserva Federal hace mucho que destaca en tales lides, pero el más joven Banco Central Europeo está haciendo méritos. Fue magistral su actuación en 2012 cuando aseveró que haría todo lo necesario para salvar al euro: lo hizo sin mover un músculo. Ahora ha vuelto a la carga. Después de que su bajada del tipo de intervención en noviembre, al 0,25%, apenas tuviera efecto sobre la curva de tipos de interés y la cotización del euro, en su consejo de gobierno de mayo obtuvo un considerable éxito al anunciar que está dispuesto a tomar medidas adicionales, como podría ser situar el tipo de la facilidad de depósito en negativo o incluso implementar políticas cuantitativas a la manera de la Reserva Federal o el Banco de Japón, algo a lo que hasta hace poco se oponía su ala más ortodoxa, capitaneada por el Bundesbank.
Al BCE le preocupan la tibieza de la recuperación económica, el escaso incremento del IPC y un euro que todavía cotiza cerca de los 1,4 dólares, dificultando las exportaciones y presionando a la baja los precios. En junio veremos si entra en acción, ya sea como tragafuegos, domador, hombre bala o funámbulo; o si se arriesga con un número de escapismo que puede decepcionar a un público exigente.
Santiago Martínez Morando (smartinezm@ibercaja.es). Ibercaja. Heraldo de Aragón, 25 de mayo de 2014
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