Ahora sí, ahora no,...
Existe una verdad que a los inversores no nos gusta reconocer: los mercados financieros cambian rápidamente de opinión. Lo que ayer era una historia de amor, hoy es una historia de odio, y al revés. Esta realidad se hace especialmente relevante en los mercados emergentes, donde muchas veces la clave es la confianza, que a veces va y viene con demasiada facilidad.
Hace poco más de dos años, el sentimiento hacia las economías emergentes era positivo, la percepción de los países en vías de desarrollo era razonablemente buena, la deuda exterior de la mayor parte estaba en niveles mínimos. Esto los convirtió en receptores en la huida de flujos financieros desde algunas economías de la eurozona ante el estallido de la crisis de deuda soberana.
En la segunda parte de 2013, las mejores previsiones de crecimiento americano, llevan a la Reserva Federal a iniciar una política monetaria más restrictiva, y empezaron a aparecer dudas sobre el efecto que esto tendría sobre las economías en vías de desarrollo. La confianza desaparece y los inversores, antes tan optimistas, les dan la espalda y empiezan las caídas.
En los últimos meses, parece que la confianza en los emergentes ha vuelto, y han recuperado parte del terreno perdido. ¿Existen motivos para ello? Probablemente sí. Los niveles de valoración son razonables, y los gobiernos de gran número de estos países se han dado cuenta de la necesidad de buenas políticas monetarias y fiscales. Pero no deja de ser cierto, que los mercados emergentes afrontan graves problemas e incertidumbres y que un crecimiento lento a nivel mundial puede penalizar sus economías.
Un proverbio romano dice Confiar en todo es insensato, no confiar en nada es torpeza. Empecemos a mirar las zonas emergentes con ojos neutrales, valorando sus avances y analizando sus economías de forma objetiva, siendo selectivos a la hora de elegir aquellos con mejores previsiones y sin dejarnos llevar por flujos o noticias coyunturales.
Cristina Gavín Moreno (cgavin@ibercaja.es). Ibercaja Gestión. Heraldo de Aragón, 8 de junio de 2014
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