BANCOS CENTRALES Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
Pedro Lacambra. Heraldo de Aragón
Durante los últimos años, hemos visto como los bancos centrales han aplicado enormes estímulos monetarios para devolvernos a la senda del crecimiento económico. Mirando las cifras de crecimiento del PIB esperadas para Eurozona (+1.5% para el año 2016 en abril, cifra revisada en un -0.2% frente a las estimaciones de Enero) nos damos cuenta de que este crecimiento es todavía lánguido y se ha revisado a la baja. “¿Por qué?” se preguntarán. El BCE ha intentado impulsar el crecimiento de la economía europea, llevando a cabo un recorte de los tipos de interés y compras de activos. Tales acciones inyectan liquidez al mercado y deberían espolear tal crecimiento. Los tipos de interés más bajos deberían llevar a que los consumidores y negocios tomen prestado, gasten e inviertan, dando lugar a una economía más en forma. Pero los Bancos Centrales no pueden crear progreso económico, solo pueden estimular la actividad de forma temporal. El PIB, grosso modo, es la cantidad de producto por unidad de trabajo. A largo plazo, ello es independiente de la cantidad de dinero en circulación o del nivel de tipos. El nivel de crecimiento del PIB está determinado por la productividad de la nación. Los Bancos centrales no han conseguido crear el crecimiento que esperaban y el impacto de los sucesivos estímulos cada vez ha sido menor. De ahí que sea hora de que dejen paso a los gobiernos y que éstos implementen los estímulos fiscales, reformas laborales y decisiones de inversión necesarias para que podamos disfrutar de crecimientos económicos sanos y sostenidos a largo plazo.
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