Servicio de estudios: Colaboraciones
29-08-2016

EFECTO MANADA  

María José Martínez. Heraldo de Aragón

   
Mientras los tipos siguen cayendo y cada vez es mayor el volumen de deuda que “ofrece” rentabilidades negativas a sus poseedores, mayor es el “cortocircuito” que se produce en una mente quizá demasiado racional como la mía. Un bono soberano de un país de bajo riesgo, a un plazo razonable (la sabiduría popular dice que “dentro de diez años todos calvos”) te cobra por dejarle tu dinero, aun cuando hoy en día no sólo son altos los elevados niveles de deuda de estos “solventes” emisores sino que además son crecientes.
Racional o no, la matemática es innegable, si tú quieres comprar 100 unidades de un producto y en el mercado sólo hay 90 el precio se dispara. Algo así pasó hace unas semanas cuando el Banco de Inglaterra continuó con su recién iniciado programa de recompra de deuda y se encontró con que en el mercado no había “producto” suficiente. No sólo compran los bancos centrales, también lo hacen los gestores de fondos de renta fija no tanto por la expectativa de rentabilidad si no porque así lo estipula su política de inversión. Este efecto se ve incrementado además por el hecho de que el inversor, vistas las rentabilidades pasadas de estos productos, sigue apoyando este tipo de activo.
El efecto manada define el comportamiento inversor basado en la creencia de que  el grupo colectivamente sabe algo que nosotros no. En las películas del oeste teníamos por un lado a los vaqueros dirigiendo la manada hacia verdes prados y a los indios incitando a los bisontes hacia el precipicio como método de caza. Esperemos que, como en el cine, vuelvan a ganar los vaqueros…

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