Servicio de estudios: Colaboraciones
09-04-2018

LA VOLATILIDAD NO ESTABA MUERTA

Marcos Sánchez. Heraldo de Aragón

 
La volatilidad, medida como la dispersión de los retornos alrededor de su media en un periodo de tiempo, es un indicador clave del nerviosismo de los inversores.
 
A finales del año pasado comentaba en esta sección la peligrosa situación que se estaba dando, con una volatilidad que se había instalado de forma sostenida en niveles extremadamente bajos.
 
Dos factores han afectado este comienzo de año a la inquietud de los inversores. Por un lado, los síntomas de aceleración en la inflación salarial de EE.UU. aumentaban el temor a que el proceso de subida de tipos en ese país tenga que ser más rápido de lo esperado y termine por hacer descarrilar a la economía norteamericana. Más recientemente, la amenaza de una guerra comercial entre EE.UU. y China ha elevado el temor a un impacto negativo en el crecimiento global, que este año se situará de nuevo por encima de su potencial.
 
Como no podía ser de otra manera, el repunte de volatilidad en Wall Street ha contagiado a las bolsas europeas, que incluso presentan a estas alturas una caída superior a la de Wall Street.
 
Pero la volatilidad no es necesariamente mala. La madurez del propio ciclo económico en EE.UU. y unas valoraciones ajustadas hacen lógico un entorno de mercado mucho más volátil.
 
Si esta situación se soluciona de una forma racional y no afecta al crecimiento económico, unas valoraciones más razonables justificarían un mayor margen de seguridad a la hora de invertir en bolsa.
 
La volatilidad no estaba muerta...
 
Marcos Sánchez Bienzobas 

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