DE RIESGOS Y BOSQUES
María José Martínez. Ibercaja
La Real Academia define riesgo como “contingencia o proximidad de un daño”, daño que para el caso de una inversión sería su pérdida total o parcial. En el mundo financiero se asocia riesgo con volatilidad, medida estadística que mide las fluctuaciones que se producen en el precio.
Como leía este verano: incertidumbre, riesgo y volatilidad no son equivalentes. El riesgo se mide, la incertidumbre no; o, dicho de otra manera, el riesgo es la incertidumbre traducida a números. Más allá del nombre que le pongamos a la posibilidad de perder capital, lo que hay que tener claro -a la hora de invertir- es asignar una probabilidad a que sucedan más cosas de las que realmente sucederán y su impacto.
¿Hay que dejar de apreciar la volatilidad? No; pero sí evitar una dependencia excesiva de ésta.... El silencio suele estar asociado a la tranquilidad y el descanso; sin embargo, el silencio en un bosque es síntoma de peligro inminente, y la calma precede a la tormenta. El análisis financiero tiende a centrarse en datos estadísticos porque simplifican la realidad, pero no bastan.
Para calibrar este entorno resulta muy válido, lo que Porter definió como las fuerzas (o debilidades) de una compañía: amenaza de competidores, dependencia de clientes y/o proveedores, y nuevos productos competitivos. Una baja volatilidad no siempre implica un bajo riesgo. Que el árbol no nos impida ver el bosque.
María José Martínez. Banca Privada de Ibercaja
Como leía este verano: incertidumbre, riesgo y volatilidad no son equivalentes. El riesgo se mide, la incertidumbre no; o, dicho de otra manera, el riesgo es la incertidumbre traducida a números. Más allá del nombre que le pongamos a la posibilidad de perder capital, lo que hay que tener claro -a la hora de invertir- es asignar una probabilidad a que sucedan más cosas de las que realmente sucederán y su impacto.
¿Hay que dejar de apreciar la volatilidad? No; pero sí evitar una dependencia excesiva de ésta.... El silencio suele estar asociado a la tranquilidad y el descanso; sin embargo, el silencio en un bosque es síntoma de peligro inminente, y la calma precede a la tormenta. El análisis financiero tiende a centrarse en datos estadísticos porque simplifican la realidad, pero no bastan.
Para calibrar este entorno resulta muy válido, lo que Porter definió como las fuerzas (o debilidades) de una compañía: amenaza de competidores, dependencia de clientes y/o proveedores, y nuevos productos competitivos. Una baja volatilidad no siempre implica un bajo riesgo. Que el árbol no nos impida ver el bosque.
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