Servicio de estudios: Colaboraciones
01-10-2023

¿Y SI FUERA ELLA?    

Noemi Diez. Diari de Tarragona

Paren en silencio por un momento,  cierren sus ojos y sientan el papel de una de las mujeres más respetadas de la economía actual, Christine Lagarde. Ella que se desliza y atropella en una imparable subida de tipos de interés vertiginosamente histórica y casi exponencial, pasando desde el 0% en julio 2022 hasta los niveles actuales del 4,5%, tras su último incremento hace un par de semanas, se acerca a una importante tesitura: parar aquí o seguir con la senda alcista. ¿Y si usted fuera ella?
 
La presidenta del BCE considera que los tipos de interés han alcanzado niveles que, mantenidos por una duración suficientemente larga, harán una contribución sustancial al retorno oportuno de la inflación hacia su objetivo del 2%. Sus estimaciones apuntan a que la inflación, aunque se ha moderado, se espera que siga demasiado alta por demasiado tiempo, lo que se traduce en que las presiones de precios doméstios sigan siendo fuertes. Es por ello que cerró su mensaje afirmando que los tipos seguirán altos tanto tiempo como sea necesario.
 
El contexto actual es que el frenazo de la economía es ya una realidad, ahora y para los próximos meses, y así lo recogen todas las previsiones. El deterioro de mercado de hipotecas y los préstamos a empresas ante la lejanía de la accesibilidad en un entorno de encarecimiento, han paralizado o al menos retrasado las decisiones de compra o inversión que requieren financiación. La asunción del riesgo latente de una recisión profunda y consecuente destrucción de empleo ante el histórico y vertical aumento de los tipos de interés podría haber llegado demasiado lejos.
 
Sin embargo, hay ciertas señales de persistencia de presiones inflacionistas donde IPC y la tasa subyacente vienen creciendo por encima del promedio histórico, con un reciente repunte del petróleo que limita la desinflación sobre las cadenas de producción y consumo, y el todavía elevada tensión de los salarios.
 
Si nos abstraemos y miramos atrás se pone en duda si los bancos centrales tardaron demasiado en reconocer la amenaza inflacionista. Recuerden. Año 2020, año de COVID, todos recluidos en nuestras casas durante meses, consumo totalmente contenido, estímulos fiscales y monetarios, tasas de ahorro en máximos, en un momento u otro (tan pronto como nos dieran vía libre a recuperar una vida “normal”) las presiones inflacionistas llegarían. Y no contentos con esto, que lo sabíamos, se unió un conflicto bélico que derivó en una crisis energética. Sin lugar a dudas, presiones de todo tipo y demanda contenida: el cóctel perfecto para que la inflación implosionaria en un momento u otro.
 
Y por si esto no fuera suficiente, también hay fenómenos meteorológicos que podrían añadir un poquito de presión adicional. El Niño, que es el fenómeno climático que se produce cuando se calienta el Océano Pacífico y que aparece en ciclos de entre 3 y 8 años, podría encarecer los precios de los alimentos hasta un 9% si es fuerte a finales de 2023.
 
Las principales voces dentro y fuera del BCE apuntan a que nos encontramos al final del ciclo de subidas de tipos. Se pone pone encima de la mesa la necesidad de fijar un objetivo de inflación flexible (y no sólo el actual del 2%) teniendo especialmente en cuenta las particularidades económicas de todos los miembros de la Eurozona. Todo indica a que en caso de producirse otra nueva alza a uno y otro lado del Atlántico sería a final de año. Pero habrá que esperar a lo que dice el loco, ciego y loco corazón de Christine en la próxima reunión.
 

Noemi Diez Cebamanos. Ibercaja Banco
Diari de Tarragona 01 octubre 2023

 
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