EL HOMBRE PROPONE Y “LA INFLACIÓN” DISPONE

Reza la máxima católica: el hombre propone y Dios dispone… En el caso de los bancos centrales son dos actores los que marcan el ritmo de sus actuaciones: inflación y empleo. Para los futboleros sería ese “partido a partido” en el que cada “jornada” se evalúan los factores que pueden afectar a los precios, desde las “díscolas” materias primas a las ya restauradas cadenas de suministro.

En el caso del empleo, su fortaleza supone dos fuerzas de dirección contraria para las decisiones de los banqueros centrales. Si aumenta, refleja por un lado, el buen estado de la economía. Mientras que por otro, la escasez de trabajadores implica subidas de salarios (para retener a los actuales o incentivar a cambiar a los futuros) y con ello un aumento adicional en los costes de producción a trasladar al precio final de los productos.

Con todo, “la dependencia del dato“ que centra las decisiones sobre tipos de interés no es más que un resumen de la poca visibilidad que muestra la inflación en estos momentos y el alto nivel de observación que sobre la misma tienen las autoridades monetarias. Se habla mucho de los precios, lo siguiente será el crecimiento, pero hay un tercer agente en la sombra que sufre en silencio (como rezaba un anuncio publicitario): la deuda pública. Atención a esta, porque seguramente será la que determinará el resultado del “partido”.