BUENOS PROPÓSITOS
María José Martínez Blázquez. Heraldo de Aragón.
El ruido arancelario parece que ha llegado a su fin. La incertidumbre es un mal compañero de viaje en el mundo empresarial y unas reglas de juego claras son mejores que unas cambiantes, favoreciendo el comercio global.
Los bancos centrales siguen atentos a la inflación. Lejos del 2% objetivo, pero sin llegar a incomodar. A expensas de los últimos coletazos de los aranceles, la debilidad del mercado laboral podría decantar la balanza hacia rebajas de tipos.
Déficit fiscal de los gobiernos apoyando planes de estímulo al consumo (EE.UU.) o a la inversión (Alemania) con una deuda pública que sigue recibiendo flujos de inversión.
Con permiso del sector tecnológico, un pilar importante tanto por el lado de las inversiones como del comercio, 2026 debería de ser un año de transición. Los buenos propósitos de las instituciones monetarias y gubernamentales están alineados con los de los inversores, esperemos que ninguno se desvíe.
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