Servicio de estudios: Colaboraciones
16-09-2019

VASOS COMUNICANTES

Alberto Blasco. Heraldo de Aragón

Cuando comenzó la llamada «guerra comercial» entre Estados Unidos y China, el mensaje que se lanzaba era de matemática simple. Vamos a poner aranceles de un X% a estos bienes que suponen una cantidad de X mil millones de dólares. El problema es que en economía todos los factores y variables afectan a los demás, nada es estático y todas las acciones tienen segundas y terceras derivadas.

Para empezar, siempre se habla de dólares, pero el precio del dólar fluctúa por infinidad de motivos, entre los que se encuentra los tipos de interés de las diferentes divisas, los flujos comerciales y también la tensión comercial. Por lo tanto, si la medida anunciada en un momento condiciona el movimiento de las divisas, la linealidad se rompe.

Para mejorar la balanza comercial se ponen aranceles que encarecen las importaciones, pero si con esa medida el dólar se aprecia, tenemos la segunda derivada: las exportaciones se encarecen y por lo tanto disminuyen, pudiendo incluso anular el efecto de la reducción de las importaciones inicialmente planteado. Por lo tanto, la subida arancelaria te lleva casi con toda probabilidad a una «guerra de divisas».

Otra derivada es el clima de desconfianza que se genera con medidas de este tipo. Al introducir incertidumbre en todos los agentes económicos, el potencial de crecimiento disminuye pudiendo incluso frenarlo. Por lo tanto, 2+2 no siempre son 4.

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