Servicio de estudios: Colaboraciones
04-07-2022

Todo llega

Cristina Gavín. Heraldo de Aragón.

Decía Quintiliano que todo lo que tiene un inicio tiene un final y la era de tipos negativos no ha sido una excepción. Después de tantos años esperando, muchos inversores empezaban a tener dudas, y desde luego pocos anticipaban que el final sería tan abrupto. Las tensiones inflacionistas han acelerado un proceso que debería haberse puesto en marcha de una forma mucho más progresiva para tratar de no penalizar el crecimiento económico. Todo este terremoto ha pillado a los inversores con el pie cambiado, de forma que las rentabilidades en la práctica totalidad de activos acumulan importantes retornos negativos en lo que llevamos de año, lo que está suponiendo un verdadera prueba de fuego para los nervios de los inversores.

Sin embargo, toda moneda tiene dos caras, y aunque parezca paradójico, el movimiento que hemos visto en los mercados en este primer semestre del año supone un punto de inflexión y abre una ventana de oportunidad para un perfil conservador que en los últimos años ha tenido muy difícil encontrar una activo “sin riesgo”. Por primera vez en mucho tiempo, la renta fija ofrece valor, incluso la curva monetaria cotiza en positivo, de forma que, sin asumir riesgo de plazo, los inversores más “miedosos” pueden optar a retornos positivos en horizontes de inversión reducidos. Puede parecer poca cosa, pero desde luego no lo es si tenemos en cuenta cual es el perfil mayoritario en el pequeño ahorrador.

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