Pedro Lacambra. Diari de Tarragona
Tras muchos años sin jugar, he decidido desempolvar mis raquetas de tenis. Tal ha sido mi sorpresa que, cuando uno de mis inversores de cabecera, Howard Marks, ha publicado un artículo comparando el mundo de la inversión con el noble arte del deporte que retomo, no he podido resistirme a reflexionar sobre tal símil. No podría haber sido más acertado en el momento temporal de su publicación. En sus líneas explica por qué los inversores, como los jugadores de tenis, deben considerar su nivel de competencias, aspiraciones y tolerancia al riesgo cuando tienen que elegir si pegar más golpes ganadores (ser ofensivos) o menos golpes perdedores (ser defensivos) cuando eligen en qué activos invertir su capital. Cada inversor elegirá su estrategia, sin que una sea mejor que otra. Generalmente, tal y como cuando saltamos a la pista, al invertir queremos pegar golpes espectaculares, que hagan que nuestras inversiones se multipliquen a un elevado dígito. Y cuanto más rápido mejor. El afán por multiplicar nuestro dinero y la falta de paciencia nos hacen olvidar que existe otra estrategia igualmente válida, pero de menos relumbrón, que es evitar los golpes perdedores. No debemos olvidar que, si invertimos en un valor que no cumple nuestras expectativas y corrige un 50%, necesitaremos una subida posterior del 100% para igualar nuestra cuenta. De ahí que sea de vital importancia evitar grandes fallos de valoración que nos hagan incurrir en elevadas pérdidas. Cuando somos muy agresivos en nuestras inversiones, asumiendo más riesgos de los necesarios, cometemos errores no forzados, fallando un golpe no porque tu oponente haga algo extraordinario, sino porque tú lo has ejecutado muy mal. Si decidimos configurar una cartera agresiva, debemos tener el estómago para aguantar las subidas y bajadas a las que el mercado, sin duda, nos someterá. Invirtiendo no estamos jugando contra un solo contrincante, sino contra todo el mercado, contra el resto de los inversores en masa. Gran parte de ellos muy preparados y que se apoyan en elevados recursos. Para ganar nuestro partido de forma agresiva tendremos que predecir las cifras macroeconómicas y beneficios empresariales futuros mejor que nadie y entrar y salir del mercado en mejores puntos que los demás. Esto es jugar contra un contrincante mejor que tú (el mercado eficiente, compuesto por las opiniones de todos los inversores), el cual será muy difícil de batir sin asumir unos riesgos en tu juego demasiado elevados. Los inversores debemos tener muy en cuenta que, si queremos estar entre el 5% mejor aplicando un juego agresivo, también debemos asumir que podemos quedar en el 5% peor. Suscribo la opinión del señor Marks al destacar que nuestras inversiones deben ser siempre buenas, a veces extraordinarias, pero nunca terribles. Mi consejo es que valoremos adecuadamente los riesgos asociados a nuestras decisiones, tomando solo aquellos que sean menores que los reflejados por el precio de cotización y, siempre, de una forma prudente y con margen de seguridad. Nuestro objetivo debe ser hacer crecer nuestros ahorros a largo plazo, con un juego consistente que reduzca los riesgos asumidos y permita preservar nuestro capital.
Pedro Lacambra. Ibercaja Gestión
Diari de Tarragona 5/11/2023
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