Servicio de estudios: Colaboraciones
04-05-2025

APAGÓN

Amelia Benito Bondía. Heraldo de Aragón

El reciente apagón que dejó sin suministro eléctrico a toda la península ibérica ha supuesto mucho más que un corte de la luz. Ha sido un golpe directo al corazón del tejido productivo español. En cuestión de segundos, industrias, comercios, infraestructuras sanitarias y redes de comunicación quedaron paralizadas, revelando una preocupante vulnerabilidad del sistema energético nacional.

Las consecuencias económicas no se hicieron esperar. Desde las grandes cadenas logísticas hasta los pequeños negocios de barrio, la parálisis generalizada interrumpió ventas, frenó servicios y generó un aluvión de pérdidas todavía difíciles de cuantificar. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) estima las pérdidas en hasta 1.600 millones de euros, mientras que la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) las calcula en 1.300 millones solo en su sector.

En el caso de Portugal, aunque el impacto fue algo menos prolongado, el efecto dominó del colapso energético se dejó sentir también con fuerza, obligando a tomar medidas de contención inmediata y a revisar los protocolos de colaboración energética con España.

Este episodio ha puesto sobre la mesa la urgencia de fortalecer la red eléctrica, aumentar su resiliencia y diversificar las fuentes de respaldo. El apagón no solo apagó las luces, sino que iluminó las sombras de nuestro sistema energético y económico, dejando en evidencia que el futuro energético no puede quedar en manos de un sistema que puede caer en cuestión de segundos.
 

 
 
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