Servicio de estudios: Colaboraciones
06-07-2025

LA REVOLUCIÓN DE LaS STABLECOINS

Amelia Benito Bondía. Diari de Tarragona

En los últimos años, el sector financiero ha sido testigo de una continua transformación, pero ninguna ha despertado tanto interés y controversia como las stablecoins. Lo que comenzó como una solución para suavizar la volatilidad de las criptomonedas se ha transformado en una ambiciosa apuesta que busca crear un nuevo sistema de pagos global, más rápido, accesible en cualquier momento y, supuestamente, más barato.

Las stablecoins son activos digitales vinculados a un valor estable, como el dólar o el euro. Algunas están respaldadas por reservas reales (como Circle con su USDC o Tether con USDT), mientras que otras apuestan por fórmulas más exóticas y, a veces, arriesgadas, como los algoritmos automáticos. Pero lo que todas tienen en común es su promesa: enviar dinero en cuestión de segundos, sin horarios bancarios, y con costes potencialmente más bajos.

Este atractivo ha provocado una explosión en su adopción: solo en 2025, el valor de mercado ha crecido un 22 %, y se espera que alcance los 3,7 billones de dólares en 2030. Stripe ha comprado la firma Bridge por 1.100 millones, Visa y Mastercard ya trabajan con ellas, y hasta los grandes bancos estadounidenses, que hasta hace pocos años las miraban con recelo, se plantean emitir sus propias versiones.

Entre sus principales ventajas, las stablecoins ofrecen transferencias instantáneas y están operativas las 24 horas del día, todos los días del año, eliminando las esperas de los sistemas bancarios tradicionales. Además, al reducir el número de intermediarios, los costes por transacción pueden disminuir notablemente, algo especialmente útil en pagos internacionales. Para los países con economías inestables, permiten resguardar valor en monedas fuertes como el dólar o el euro, brindando a consumidores y negocios una alternativa fiable frente a la volatilidad local.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El sistema también tiene carencias, como la falta de una regulación clara y homogénea a nivel global, lo que crea incertidumbre tanto para usuarios como para emisores. A esto se suma el riesgo operativo ya que las operaciones en stablecoins, una vez ejecutadas, no se pueden revertir, lo que complica la resolución de fraudes o errores. Además, en muchos países con mercados cambiarios poco líquidos, convertir estos activos a moneda local sigue siendo caro o directamente complicado.

Y mas allá de los aspectos técnicos, el desafío de fondo está en quien controlará el nuevo flujo de pagos digitales. La interoperabilidad entre distintas blockchains, la adopción por parte de comercios y la integración con sistemas fiscales y legales son barreras que aún están lejos de resolverse. Y, por supuesto, queda una gran cuestión en el aire ¿Hasta qué punto los usuarios confiarán su dinero al mundo cripto sin ver quién está realmente detrás?

Las stablecoins no son una moda pasajera. Tampoco van a reemplazar mañana a los euros o los dólares en nuestros bolsillos. Pero sí están cambiando silenciosamente las reglas del juego financiero, sobre todo en pagos internacionales y contextos de alta volatilidad. Como toda tecnología emergente, su éxito dependerá de su regulación, seguridad y, sobre todo, utilidad real para las personas. Y ahí está el verdadero desafío: dejar de ser "cosas de cripto" para convertirse en soluciones del día a día.

Amelia Benito Bondía
Responsable de Arquitectura Abierta y Mercado Nacional
 
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