Recogemos lo que sembramos
Alberto de Antonio. Heraldo de Aragón.
Con la pandemia aparecieron los problemas en las cadenas de suministros y fuimos conscientes de la elevada dependencia que tenemos de terceros países en nuestros procesos productivos. Ahora nos damos cuenta de que nuestro modelo energético hace aguas.
El objetivo de descarbonizar la economía no debe olvidarse, pero la estrategia de cómo hacerlo debe ser repensada. Europa debería tener el objetivo de reducir su dependencia energética, pero garantizando unos precios de la energía que permitan ser competitivos en un mundo global. Para ello, las decisiones deben estar basadas en datos científicos y ser realistas, dejando a un lado las posiciones políticas y los mundos ideales. Renunciar a la energía nuclear, no invertir en energías fósiles y penalizar a quien lo hace nos condena a unos precios de la energía exorbitados. Los elevados precios de la energía de hoy son la consecuencia de unas nefastas políticas energéticas europeas durante los últimos 20 años, no sólo de la guerra en Ucrania.
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