Research Department: Collaborations
26-01-2023

LA BIODIVERSIDAD EN LAS CARTERAS DE INVERSIÓN

Miriam Fernández. El Economista

Sin duda, la biodiversidad quiere y merece el mismo protagonismo que el cambio climático y 2023 va a ser el año en que su análisis y consideración gane arraigo.

La Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad (COP15), que se celebró el pasado diciembre en Montreal, acordó un nuevo marco global sobre biodiversidad, que incluye cuatro objetivos a 2050 y 23 ambiciosas metas a 2030.  Este marco debe ser implementado por los gobiernos y hace mención expresa, entre otras, a la contribución del sector financiero. El marco de Kunming-Montreal establece un plan ambicioso para reestablecer nuestra relación con la biodiversidad y contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas: fin de la pobreza, hambre cero, acción por el clima, vida submarina, vida de los ecosistemas terrestres, etc. Entre las consideraciones para la implementación de la conservación, restablecimiento y uso sostenible de la naturaleza, destacan los derechos de la población indígena y comunidades locales, igualdad y derechos humanos, salvaguardas sociales que como en otros marcos y regulación deben ser respetadas.

Entre las principales metas relacionadas con amenazas a la biodiversidad se encuentran: (1) La protección de, al menos, el 30% de las áreas terrestres y marinas (en la actualidad, el 17% y 10% se encuentran protegidas, respectivamente); (2) el restablecimiento del 30% de los ecosistemas degradados; (3) la reducción del riesgo de contaminación de pesticidas y sustancias químicas peligrosas, y del malgaste de nutrientes en, al menos, un 50%, así como la reducción de la contaminación de plásticos; y (4) retirada de subsidios a industrias perjudiciales. Otras metas con aspectos pendientes para la próxima COP16 se relacionan con mecanismos de financiación y plazos para la entrega de los planes nacionales para la consecución de las metas planteadas, aspecto este último que le hace palidecer frente al Acuerdo de París (para la reducción del aumento de la temperatura global y emisiones 0 a 2050). Salvando este aspecto, la estela que se prevé es similar al detonante que supuso el acuerdo climático de referencia: compromisos corporativos, mayor implicación e integración, así como desarrollo de herramientas de medición y nuevas soluciones de inversión. Y topamos aquí con el manido escollo: la disponibilidad de datos y estandarización de métricas para medición, reporte y monitorización y, por ende, la transparencia corporativa desde el prisma de la doble materialidad (meta 15 del citado marco).

El equivalente a la huella de carbono sería la huella en la biodiversidad a través de la métrica de integridad ecológica o Mean Species Abundance (MSA), por sus siglas en inglés, que se expresa como % de integridad de un ecosistema.  Como inputs encontramos diferentes presiones sobre la biodiversidad como el uso de la tierra, el cambio climático, la deposición de nitrógeno en la atmósfera, eutrofización, degradación de la diversidad de genes, etc. Sin embargo, dada la ausencia de detalle sobre cómo medir y reportar en la COP15 y la variedad de datos que nutren dicha métrica, las recomendaciones finales del Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD), marco para la gestión del riesgo y reporte en esta materia, se esperan como agua de mayo. Estas guías recomiendan la valoración de riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza a través de métricas de exposición, basadas a su vez en dependencias e impactos en la naturaleza, y métricas de magnitud, utilizadas para la valoración de las implicaciones financieras para la organización. Por ejemplo, como indicadores de exposición, el cambio en el rendimiento agrícola y en la abundancia de especies polinizadoras; y como métrica de magnitud, la inversión en adaptación (polinizadores mecánicos). Actualmente, la versión 3 se encuentra en período de consulta y se espera la versión 4 para marzo, en la que las métricas recomendadas para el sector financiero verán la luz. La versión final llegará en septiembre. Asimismo, Global Reporting Iniciative (GRI), en el marco de la COP15, ha actualizado el estándar de reporte sobre biodiversidad, cuyo período de consulta finaliza a final de febrero. En esta línea, el borrador de estándares de reporte en sostenibilidad de la UE de EFRAG contempla un enfoque similar a TNFD, puesto que trata indicadores de presión, impacto y respuesta.

De nuevo, la necesidad de madurar conceptos relacionados con la sostenibilidad nos atropella, por ello la utilidad de las nuevas iniciativas de diálogo colaborativo sobre biodiversidad. Ello permitirá mejorar la oferta de productos temáticos, así como integrar el riesgo de biodiversidad de manera transversal en carteras, así como gestionar las relacionadas incidencias adversas en el marco de SFDR.
 
 Miriam Fernández Jiménez
Responsable ASG y gestora de fondos de inversión en Ibercaja Gestión

 
 
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