LA GUERRA SILENCIOSA: LA RESERVA FEDERAL VS DONALD TRUMP
Guillermo Uriol. Diari de Tarragona
Durante su presidencia (2017–2021), Trump criticó abiertamente a la Fed, acusándola de frenar el crecimiento económico al subir los tipos de interés demasiado rápido. Para él, una política monetaria más laxa —es decir, tasas de interés más bajas— habría impulsado aún más el mercado de valores y el crecimiento del PIB. Y, en efecto, durante los primeros tres años de su mandato, el PIB creció a una media del 2,5%, mientras el desempleo cayó a mínimos históricos del 3,5% en 2019. El S&P 500, termómetro de Wall Street, subió más del 50% entre enero de 2017 y febrero de 2020.
Pero la Fed no trabaja al ritmo de los ciclos electorales ni responde a intereses partidistas. Su mandato es doble: controlar la inflación y fomentar el crecimiento económico. En 2018 y 2019, con la economía aparentemente sobrecalentada y los efectos de la rebaja fiscal de Trump empujando la demanda, la Fed subió las tasas para prevenir una inflación descontrolada. Trump, por su parte, exigía lo contrario: más estímulos y dinero barato. Este pulso se intensificó cuando la inflación regresó con fuerza tras la pandemia y el gobierno decretó estímulos fiscales masivos. A partir de 2022, la Fed elevó agresivamente las tasas de interés —de casi 0% a más del 5% en menos de dos años— para frenar una inflación que alcanzó el 9,1% en junio de 2022, el mayor nivel en 40 años. Aunque efectiva, esta estrategia encareció el crédito, enfrió el mercado inmobiliario y aumentó el riesgo de recesión.
Ahora, con Trump de regreso en la Casa Blanca, el conflicto se reactiva. Trump ha sugerido que podría intentar controlar la Fed o incluso echar a su presidente, Jerome Powell, a quien él mismo designó en 2018. Lo intentó con Lisa Cook este agosto, pero lo tribunales se pusieron del lado de la gobernadora de la reserva federal. No sería descabellado que lo volviera a intentar con algún otro miembro con el objetivo de colocar a profesionales afines a sus intereses particulares. Una Fed independiente es fundamental para la credibilidad económica de EE. UU. Si se politiza la política monetaria, el riesgo es que los inversores pierdan confianza en el dólar, aumente la prima de riesgo del país y se repita el desastre de los años 70, cuando la inflación descontrolada llevó al estancamiento económico.
Hoy, la inflación ha bajado al 3,7% y el desempleo se mantiene estable en el 4,3%, pero la economía sigue caminando por una cuerda floja. El mayor peligro no es la subida o bajada de los tipos de interés, sino que se rompa el delicado equilibrio institucional entre el gobierno y la Fed.
Trump y la Fed no solo debaten sobre tasas. Debaten sobre quién debe tener el timón de la economía. Y en esa disputa, el ciudadano común es quien más tiene que perder.
Guillermo Uriol
Responsable de Investment Grade de Ibercaja Gestión.
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